
¿Queda en nuestro país alguien dispuesto a defender las decenas y decenas de políticos que se dejan la piel en el día a día de la cosa pública? Ahora que se cumplen 500 años de El Príncipe de Maquiavelo es saludable una revisión del arte de la política que la salve de la demonización colectiva.
Es cierto: Muchos están imputados. Y de todos lospartidos políticos. Muchos son o han sido corruptos. Muchos han aprovechado sus cargos para enriquecerse ilícitamente. Muchos, simplemente, han sido negligentes o poco profesionales en sus cometidos. Muchos han sido inoportunos, frívolos, zafios e incluso, mentirosos en sus declaraciones. O tramposos en sus decisiones. Pero…¿todas estas faltas son sólo de los y las políticos o de gran parte de la sociedad?. ¿Han sido las entidades financieras mucho mejor que los políticos?. ¿Y algunos jueces? ¿Y el sector de la construcción, en España?. ¿Y algunos medios de comunicación? ¿Y algunas órdenes religiosas? ¿Y la Casa Real? ¿La crisis económica y de valores que vivimos sólo se explica por el mal hacer de los políticos?.
Como en todo, la política vista desde dentro tiene sombras. Pero también muchos claros. Ejerciendo de profesional en comunicación política he conocido mujeres y hombres honestamente comprometidos con elservicio público. Con valores y convicciones profundas. He visto trabajar catorce horas diarias a personas que en cargos de responsabilidad similares en el sector privado habrían ganado el triple. He acompañado alcaldesy concejales en momentos de crisis y en su día a día y he palpado su dedicación, su rectitud y su entrega. Lapolítica municipal es quizás la más guerrera. La más a pie de calle, la más de trinchera. Esto explica porquéJoan Mora, alcalde de Mataró defiende sus más de 15.000 vecinos afectados por las cuentas preferentes, o porqué Marc Mur, alcalde de Flix es capaz de hacer una huelga de hambre con sus concejales y convecinos para evitar el ERE de Ercros, que dá trabajo a casi todo el municipio.
Defender la política y a los políticos hoy cuesta. La verdad es que ellos mismos se lo han puesto muy difícil. Pero yo la defiendo, porqué la democracia parlamentaria, hasta la fecha, es la formula de gobernarnos que se ha demostrado menos mala. Ciertamente, es hora de desmitificar ciertos anatemas de la Constitución y mover ficha en muchos aspectos: abrir listas electorales, primarias, consultas populares, establecer sistemas reales de participación, escuchar a la gente, predicar con el ejemplo, ser políticamente incorrectos (ergo: auténticos y claros) volver a los valores básicos y, sobre todo, recuperar el espíritu de pactos y reconciliación de laTransición. Si entonces fue posible, ¿porqué hoy no lo sería?. En muchos aspectos estamos en las mismas que hace treinta y cinco años: crisis institucional, crisis política, crisis económica, crisis de organización del Estado y crisis de valores. Y crisis viene del griego, “juzgar”, “decidir”. O mejor: cambio. Pues eso.
Periodista y politóloga. Dircom de instituciones públicas y privadas. Comunicación corporativa, marketing de contenidos, Comunicación política, Social Media
Como leí recientemente en una pintada: «la política, o la haces o te la hacen».
Es el momento de abandonar el sistema de cheque en blanco por cuatro años y exigir un sistema participativo, aprovechando las nuevas tecnologías. Los suizos hace años que lo tiene sin necesidad de ellas. Y para los detractores: si se tiene que equivocar alguien decidiendo, prefiero que seamos nosotros. La alternativa ya se ha probado.
Estoy de acuerdo en lo que dices. La mayoría de los políticos son mucho más que «una opción menos mala». Los corruptos e incompetentes son muchos pero no son, ni mucho menos, la mayoría.
Con todo, resulta evidente que el sistema está haciendo aguas, tanto a nivel de representación como de autocontrol.
Hoy en día, la imagen de los políticos está más perjudicada por la lenidad de los políticos honrados frente a la corrupción de unos cuantos de sus colegas que por la corrupción en sí misma.
Esta actitud, recurrente en todos los partidos, de prácticamente tratar de encubrir a los corruptos entre sus filas cuando son descubiertos, en lugar de alejar sospechas, las atrae sobre todo el colectivo de políticos, corruptos o no.