Septiembre es un mes de paso. Hemos vuelto de vacaciones y cada cual ha cargado las baterías como ha podido. La introspección vacacional ha dejado paso a buenos propósitos de mejora, de cambio o de lo que sea. Que siempre, por definición, son buenos y es el momento de ponerlos en práctica.

Como muchas actividades no empiezan hasta bien entrado el mes de octubre, septiembre se convierte en un periodo de reflexión que vale la pena aprovechar para evitar que el furor estival nos juegue malas pasadas.
El principal riesgo de que un buen propósito se quede en agua de borrajas es que no se asiente sobre bases sólidas, que no toque de pies en el suelo. Y la única forma de evitarlo es tomando algunas precauciones básicas.
Cualquier objetivo o actividad tiene que estar en armonía con nosotros y nuestro entorno, tiene que ser sostenible, ecológico. Hemos de evitar que rompa los equilibrios que nos sostienen, a nosotros y a nuestras relaciones, de manera unilateral teniendo en cuenta que en nuestra vida además de nosotros hay otros actores, personas, instituciones y situaciones que están presentes.
Lo que hacemos, todo, deja huella en el corazón de los demás y afecta a nuestra marca personal.
Si seguimos los tres pasos siguientes podremos asegurar más el tiro:
1.Preguntar: ¿Encaja lo que quiero iniciar con mis objetivos a medio y largo plazo? ¿Es coherente con lo que da sentido a mi vida o simplemente se trata de una acción a corto plazo? ¿Lo que quiero hacer entra en conflicto con otras actividades relevantes? ¿Necesito el apoyo de otras personas? ¿Si tiro adelante perjudicaré de alguna manera a mis próximos? ¿Hay alguien que espere una mayor dedicación por mi parte que pueda sentirse desasistida? ¿Mi decisión empeora el confort de otros?.
2. Negociar: Quizás lo primero sea comentarlo con las personas con las que compartimos la vida u otras actividades. Muchas veces no tenemos en cuenta aspectos importantes que al final pueden crear situaciones conflictivas y poner en entredicho el buen fin de lo que queremos hacer. Hemos de estar abiertos a todas las posibilidades, desde reprogramar la acción para un momento más propicio hasta ser consecuentes y aceptar una ruptura si se hace inevitable, los hechos consumados serán difícilmente soportables para todos, por lo que debemos evitarlos a toda costa. También es fundamental ver como encaja lo que queremos con lo que ya tenemos entre manos y limar los puntos de fricción. Muchas actividades, proyectos y buenos propósitos se abandonan por presiones laterales de proyectos que ya existen.
3. Actuar: En cualquier caso y salga lo que salga de los puntos anteriores tenemos que actuar, en un sentido o en otro y no vale esconder la cabeza debajo del ala.
Buena suerte y buenos propósitos.
Asesor de marca personal y socio de Soymimarca / Profesor Asociado en la Facultad de Comunicación Blanquerna (URL) y Director del Posgrado en Personal Branding en la Facultad de Comunicación Blanquerna (URL) / Economista (UAB). / PDD & MBA (IESE Business School & The University of Chicago). / Coach titulado (University of Texas, Dallas). Miembro de AECOP. / Miembro certificado de la International Coach Federation ( Associate Certified Coach). / 25 años CFO,CEO. Co fundador del Grupo Sintax Logistica.
Muy interesante y oportuno tu post, Jordi.
Totalmente de acuerdo en la importancia de revisar la ecología de nuestros propósitos y en tener en cuenta la opinión de aquellos con los que compartimos proyectos vitales. No obstante, hacerlo es más complicado de lo que pueda parecer, ya que a veces genera la sensación de pérdida de libertad, aún cuando no es así.
Muchas gracias por tus artículos.