Mucha información pero poca emoción: Christine Lagarde, por @jordicollell

El personaje

Nos dice el ranking de Forbes que Christine Lagarde es la sexta mujer más influyente del mundo, posición que conserva desde 2015, el año pasado, a la que escaló desde el puesto número veintitrés. Y es, ni más ni menos, la directora gerente del FMI: el fondo monetario internacional.

Hablar de marca personal es buscar la huella que una persona deja en el corazón de los demás. En el caso de la señora Lagarde la búsqueda en la red ofrece mucha información pero poca emoción. Puede ser que nuestra protagonista sea así, brillante en lo profesional  pero distante en lo personal o que no haya hecho ninguna inversión en transmitir su auténtica identidad. Sea como sea los medios, sus lectores y todos aquellos que de un modo u otro son o han sido objeto de sus decisiones la juzagn por lo que ven y esto es, en definitiva, su auténtica marca.

Primera en casi todo

De su época universitaria poco dicen las crónicas. Se graduó en derecho en la universidad Paris X de Nanterre, estudió un postgrado en el Instituto de Estudios Políticos de Aix en Provence y tuvo la oportunidad de hacer prácticas como pasante en el mismísimo Capitolio.

La cosa cambió a mejor al iniciar su carrera profesional ya que entró a trabajar en el bufete Baker & McKenzie y llego a ser la primera mujer que ocupó el cargo de presidenta de la compañía. Y todo en tan solo dieciocho años de carrera, de 1981 a 1999.

En el año 2004 probó fortuna en el mundo de la política y fue ministra de comercio entre los años 2005 y 2007 siendo la primera mujer que tuvo entre sus manos los destinos de la economía gala.

En el año 2011 sustituyó a Dominique Strauss-Kahn al frente del FMI y una vez más fue la primera mujer en ocupar la plaza, siendo una ferviente defensora de las medidas de austeridad aunque en este campo posiblemente le robó la primera posición la cancillera Angela Merkel.

Seguidora de las tradiciones

Los últimos directores gerentes del FMI han acabado procesados por diversos motivos relacionados con algunos de los pecados capitales.

Rodrigo Rato, que estuvo al mando de la nave entre 2004 y 2007, dimitió por motivos personales tras una gestión gris y acabó procesado por corrupción en España. La avaricia rompió el saco.

Dominique Strauss Kahn fue el siguiente capitán de la nave entre los años 2007 y 2011 pero acabó saliendo por piernas tras ser detenido por acoso sexual a una empleada de un hotel. La lujuria acabó con su carrera profesional y política.

Christine Lagarde ha sido fiel heredera de esta tradición y en 2014 fue investigada y posteriormente procesada por negligencia y abuso de poder en el caso de Bernard Tapie pero rompiendo con la tradición en vez de dejar el cargo anuncia que se presenta a la reelección. Soberbia y el orgullo son malos consejeros.

Algunas instituciones han condicionado el futuro de personas y países a través de sus decisiones. En el caso del FMI la polémica ha existido desde el principio de la crisis y de la manera en como ha participado en los rescates de algunos países.

La rigidez de la institución  convirtiéndose en paladín de la austeridad frente a otras posibles alternativas ha marcado generaciones y exacerbado los estados de ánimo. El máximo representante de una institución puede optar por cubrir las deficiencias comunicativas corporativas a través de la pedagogía personal y no ha sido el caso de la Sra. Lagarde o por lo menos no ha sabido llegar al gran público ni convencer a los medios.

Puede ser una oportunidad personal y corporativa perdida. Lo que nos queda a simple vista son la rigidez, la altivez y la distancia. Cada cual decide como quiere gestionar su marca personal.

Imagen: Wikimedia Commons

 

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