Cómo acabar con los perdedores

Según nos cuentan fuentes próximas al Gobierno ya hemos estamos atravesando la puerta de salida de la crisis pero los efectos se van a notar primero en las empresas y al final en las personas. Esto explica que hasta ahora no nos hayamos dado cuenta de ninguno de los fenómenos positivos que parece experimentar nuestra economía.

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En esta crisis quien más o quien menos ha recibido algún bofetón, muchos lo hemos pasado entre mal y muy mal y la cosa todavía sigue. La destrucción de empleo ha quebrado proyectos personales, roto familias y afectado a la moral de los trabajadores que han tenido la fortuna de no perder su empleo y a los que han acabado formando parte de las estadísticas del paro.

El caso es que ahora que la situación comienza a mejorar las empresas tienen que ponerse manos a la obra para recuperar el tiempo perdido en competitividad; acabada la época de supervivencia toca pensar en el crecimiento. Y es aquí donde las personas, los empleados, cobran protagonismo porque detrás de las decisiones siempre debe de haber alguien dispuesto a ejecutarlas.

Un artículo de Jordi Goula publicado en La Vanguardia nos explicaba que para muchas empresas la prioridad es reanimar a los empleados desmotivados por las circunstancias dolorosas que se han vivido y que han comportado desde despidos, rebajas salariales hasta la pérdida de confianza en la dirección y mucho miedo.

Cuando las cosas han ido mal, nos cuenta uno de los profesionales citados en el artículo, los empleados que han podido permanecer en sus puestos han estado mas comprometidos con las empresas que a la inversa y esto ha generado en algunos casos una quiebra de su contrato emocional con la empresa que en la práctica ha significando que han dejado de aportar lo mejor de si mismos. Reconocer los errores, marcar un rumbo claro y compartir forma parte de la fórmula para encontrar una salida y recuperar la credibilidad como empresa y mejorar el clima laboral pero siempre evitando repetir los errores del pasado abandonando la política de mediocridad en recursos humanos, el café para todos para centrarse en potenciar excelencia según otro de los profesionales a los que artículo da voz.

Excelencia, discriminación positiva hacia los mejores, acabar con el café para todos son elementos que forman parte de la nueva manera de enfocar la realidad tras estos duros años de secano. Nos guste a no hemos entrado en la era de las personas y el anonimato, tan en boga en tiempos pasados en lo que distinguirse era motivo crítica y sospecha ha quedado definitivamente atrás. La excelencia tiene siempre nombre y apellidos.

Una empresa que pretenda ser excelente o se apoya en colaboradores también excelentes o lo va a tener muy crudo porque la generación espontánea de excelencia se produce con poca frecuencia.

Potenciar a los colaboradores más allá de su estricto ámbito laboral, promover que sean conocidos, reconocidos y memorables para que se conviertan en un referente de marca personal e incorporen en su bagaje los principios de la marca corporativa forma parte del cambio de modelo para la nueva etapa en la que el compromiso, respeto, sentido empujan a las empresas a volver a competir en el mercado y recuperar la rentabilidad y la credibilidad.

En el momento en que la marca de las personas y de las empresas se alían y se fusionan para crecer de manera armónica y conjunta nos encontramos ante un nuevo concepto estratégica, el full branding, nacido para que deje de haber perdedores.

 

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