Cómo ser una marca que realmente marque, por @Prof_EstradaMSc

¡Saludos cordiales, amigo lector!

Lo primero que obviamente me corresponde hacer en esta, mi entrega inicial de contenidos al prestigioso blog de la empresa Soy mi Marca (referencia internacional en branding personal), es agradecer con efusión y compromiso la gentil y generosa invitación que en tal sentido me hizo en su momento el Maestro Guillem Recolons -socio de la misma-, a quien nunca podré expresar gratitud suficiente por este y otros diversos gestos que a mis ojos lo definen como una gran persona, siendo esta la componente esencial de su marca personal. Gracias, Guillem.

Y más allá de lo obvio -dada la temática del espacio- voy a compartir algunas ideas acerca de mi visión de la marca personal y su gestión, en tanto atributo de humanos que impactan sobre humanos; porque a mi juicio, nunca se insistirá bastante sobre la preeminencia que dicha condición debe tener en el manejo y la gestión de este atributo. ¿Cómo ser una marca que realmente marque?

Hay marca personal porque hay personas capaces de dejar huellas y memorias en su entorno; en otro caso, no estaríamos hablando del tema. La persona y los diferentes componentes -heredados y adquiridos- de su personalidad, junto a los diversos conocimientos, habilidades y actitudes que devienen competencias para todo tipo de desempeño profesional, las acciones que desarrolla, y el impacto que con todo ello logra en su entorno, constituyen la esencia de una marca personal. Lo demás -recursos, redes, plataformas, tecnología y marketing- es soporte, canal, mecanismo y/o herramienta.

Cita sobre marca personal / Blog Soymimarca / Profesor Vladimir Estrada

La gestión de una marca personal tiene necesariamente un alto nivel de intencionalidad. Se la gestiona para cumplir determinados objetivos, y no por amor al arte; siendo así, el diseño y la formulación de los objetivos a alcanzar por el portador de dicha marca representan el punto de partida de cualquier proceso gestor.

Esto debe ocurrir, inclusive, antes del propio diagnóstico inicial que seguramente todos hacemos en el proceso estratégico de branding personal asesorado profesionalmente. Ello se debe, al menos, a dos razones básicas:

  1. Si diagnosticamos primero, los resultados del diagnóstico constituyen inevitables límites a la proyección estratégica de la marca y a la formulación de sus objetivos de corto, mediano y largo plazo. En otras palabras: le pondría un techo involuntario (“no puedes proyectarte en tal sentido y hasta tal nivel, porque tienes una debilidad muy fuerte en tal tema”). Y no debería ser así, sino al contrario: la brecha identificada en el diagnóstico -entre el nivel actual y el deseado-, debe ser la pauta para trazar las estrategias que permitirán cumplir los objetivos, por ambiciosos que ellos resulten una vez identificada la brecha.
  1. Todo diagnóstico debería tener un carácter relativo y no absoluto; o sea, ser un medio y no un fin en sí mismo. Se diagnostica para algo, o en función de algo. En nuestro caso, para conocer el nivel actual de una persona y de los atributos de su marca personal, en función del logro de unos objetivos. ¿Cuáles? Los que hayamos formulado antes del diagnóstico. Sencillamente, no pueden ser otros.

Estas precisiones iniciales pretenden ubicarnos en el concepto implícito en el título del artículo: el principal objetivo de una marca es “marcar” (según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua,  “actuar sobre alguien o algo imponiéndole carácter o dejándole huella moral”, o “mostrar algo destacada o acentuadamente, hacerlo resaltar”, o “señalar la situación o dirección de lo que se busca”, o “dar pauta o señalar un orden o algunos movimientos”, o “prescribir, determinar, fijar. Marcar a alguien el camino que debe seguir”. Todas estas acepciones nos acercan de diversos modos al concepto; en mi opinión, en nuestro tema, la primera de ellas es la base, y las demás, complementos o maneras posibles de aplicarla.

Entonces, cabe preguntarnos: ¿Cómo podemos marcar del modo en que aspiramos a hacerlo? ¿Cómo ser una marca que realmente marque?

He aquí algunas propuestas generales al respecto, enfocadas a la gestión  y con un enfoque más o menos secuencial:

  1. Definir con mucha claridad quiénes somos como personas (partiendo de los principios y valores que nos definen y guían -en este tema, siempre prefiero la distinción entre ambas categorías y su posterior operacionalización, partiendo del célebre modelo del gran experto Stephen Covey-). Debemos considerar en esto todos los elementos posibles relativos a nuestro origen, educación, pertenencia, socialización, influencias y trayectoria personal en general, entre otros aspectos. Todo ello hace parte de lo que nos define a nivel individual, y constituye un punto básico de partida para la proyección estratégica.
  1. Definir claramente lo que queremos lograr (nuestros objetivos a corto, mediano y largo plazo, con una clara y precisa integración secuencial entre ellos: lo que planeemos conseguir (y de hecho consigamos) a corto plazo, debe constituir insumo y plataforma para los logros a mediano plazo; lo alcanzado en este, para los de largo alcance; y cada nivel de logro, será base para proyectar nuevos ciclos de gestión.
  1. Definir claramente lo que sabemos y podemos hacer para lograrlos, siempre de modo absolutamente congruente con nuestros principios y valores.
  1. Retroalimentarnos sistemáticamente acerca del proceso y sus resultados (sobre todo a nivel de impacto de marca en el entorno), para mejorarnos y mejorarlo de forma continua.
  1. Reorientar y flexibilizar cuando sea necesario caminos y procesos, pero nunca las metas; en el entendido de que estas han sido formuladas de un modo pertinente y efectivo. Salvando, por supuesto, la emergencia de factores propios y/o externos de tal impacto que hagan evidentemente imposible su materialización, al menos en el horizonte originalmente previsto.

Ahora bien: en todo esto, es vital entender el papel central del ser humano. Todo el andamiaje tecnológico que podamos desplegar para comunicar, posicionar, hacer accesible y eventualmente “contratable” la marca que somos, se desplomaría y nos desacreditaría al fallar la congruencia entre lo que estamos proponiendo (el mensaje y la promesa de marca) y nuestro verdadero valor (lo que realmente podemos brindar en tanto seres humanos portadores de un grupo de atributos con valor de mercado).

Es simplemente crítico entender que estamos vendiendo a la persona que somos, o sea, un conjunto integrado, una unidad compleja, orgánica y sistémica de principios, valores, creencias, motivos, actitudes, conductas, competencias, aspiraciones y metas. Nuestra marca es todo eso, se proyecta al entorno desde tal nivel de complejidad, pues todo cuanto hacemos y  deja huella, deriva necesariamente de la integración de esos componentes. Cualquiera de ellos que no sea tenido en cuenta al identificar y configurar la marca personal, o al diseñar y aplicar su modelo de gestión y marketing, puede sesgar y hasta falsear el sentido de lo que ofrecemos, porque cambiaría la realidad que somos.

Sólo podemos marcar como marca, priorizando plenamente a la persona que la deja y el valor que aporta. No hay ni habrá otro camino para llegar, aportar, crecer, fidelizar, quedarnos y trascender.

Deja un comentario