Dejar huella o desgarrar. El coste de no impulsar las marcas personales.

El inicio de esta semana ha sido intenso e interesante. Con Montse Taboada, mi socia, hemos tenido la oportunidad de compartir y ofrecer unas jornadas de formación a un grupo de ejecutivos de un importante grupo logístico sobre los valores que sustentan el liderazgo. Hablar de valores y de todo aquello que sale de dentro de las personas es cada vez más motivador, me hace descubrir la enorme riqueza que se encierra en cada uno de nosotros y constatar que hay equipos directivos que apoyan el avance de su gente de manera sincera alivia los temores de un futuro incierto.

Me han llamado la atención unas intervenciones que resaltaban la dificultad que engendra al líder intermedio de una organización precisamente su posicionamiento. El no estar arriba del todo, en el top management, pero tampoco en la base de la pirámide genera muchas veces incomodidad y la creencia de que sólo desde la cúspide se puede ejercer influencia de manera eficaz. ¿Es esto realmente cierto o se trata de una de las muchas trampas que nos tendemos de buena fe para evitar poner a prueba todo nuestro potencial?

Estar en el medio puede llegar a ser realmente duro, se recibe presión desde arriba para obtener resultados , para compartir retos y escuchar lamentos que no están estrictamente dentro del ámbito de control ; desde abajo se pide comunicación, feed back  y respaldo al mismo tiempo que se debe tirar del carro y delegar para que las tareas fluyan  y los plazos se cumplan y todo ello sin olvidar a los colegas que también están en la misma posición y con los que se tiene que interactuar, coordinarse y a veces pelearse porque aun compartiendo una misma visión del negocio los intereses inmediatos no van por el mismo camino. Esto puede ser un lío.

La incomodidad y la tensión resienten a toda la organización. El buen hacer de los niveles intermedios, su motivación y por qué no decirlo su posibilidad de alto rendimiento potencian el valor de la compañía e impulsan los resultados cosa que para los tiempos que corren no está nada mal. De una manera u otra dejan huella y depende de cómo sea esta marcará también al  resto.

A estas alturas del relato empiezo a tener claro que este grupo de profesionales son un engranaje básico del que depende el correcto movimiento de toda la estructura. Su capacidad de influencia es clara y elevada. Sólo falta que los interesados tomen conciencia de la misma para que puedan sentirse plenamente responsables.

Líderes capaces de marcar son líderes con marca o por lo menos con capacidad de marca propia que si empujan en la misma dirección que la marca corporativa, si comparten los mismos valores, dejarán una huella profunda, sólida, visible y traducible en valor para el accionista.

Impulsar las marcas en beneficio de todos o no, esta es la cuestión. Y no vale tomarlo a guasa porque los efectos de no hacerlo pueden ser nefastos. Un arañazo, un desgarro son también una marca, ¿o no?.

Jordi Collell / Personal Branding Coach / soymimarca

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