El ser humano es un ser social que necesita del contacto con otros de su especie para su desarrollo. Nos desarrollamos a través de nuestras relaciones con los demás, el maestro enseña al aprendiz, el mentor guía a su protegido, el experto controla el estandar de calidad de un determinado producto o proyecto, etc….. Pero cuando se trata de reorientarnos son los que mejor nos conocen quienes tienden a entorpecer nuestro avance y nuestro desarrollo. Evidentemente tienen voluntad de ayudarnos pero su ayuda tiende a reforzar (e incluso conservar) la antigua identidad de la que nosotros deseamos despojarnos.
La gestión de la carrera profesional es hoy mucho más compleja que hace 20/30 años. Si tradicionalmente hacer “carrera” se entendía como un conjunto de metas a corto plazo fijadas en diferentes puestos y/o compañías, y como un proceso cuya responsabilidad era compartida entre el propio individuo y la organización de la que formaba parte, hoy el término ha pasado a ser algo cuya responsabilidad última recae en el individuo, que no tiene tanto que ver con un puesto de trabajo y que exige un esfuerzo más sostenido, bajo diferentes prismas y alternativas, en las que el proceso de cambio es algo consustancial en el proceso.
Cambiar de carrera profesional no es simplemente un cambio en el tipo de trabajo que hemos realizado hasta ese momento. Un cambio de carrera comporta necesariamente un cambio en las relaciones que rodean nuestra vida.
Cuando nos enfrentamos frente a un proceso de cambio, por que se han modificado las circunstancias del entorno en el que nos estamos moviendo y nos vemos impelidos a ello, aún en contra de nuestra voluntad, o simplemente por que deseamos un cambio en nuestra orientación profesional ya que la continuidad en el entorno en el que vivimos la consideramos como un retroceso, el peor handicap es la falta de información sobre el exterior sobre las nuevas alternativas.
Por tanto la única manera de enfocar un cambio profesional (al que todos vamos a estar abocados en el futuro) consiste en cambiar el entorno y nuestras relaciones. Para ello necesitamos cambiar nuestro marco de relaciones, buscar nuevos grupos de referencia, encontrar figuras guía que nos animen y si es necesario integrarnos en nuevos grupos. Probablemente la luz nos las ofrecerá alguien desconocido en el momento que iniciamos el proceso.
La palabra descubrimiento significa literalmente dejar al descubierto algo que siempre había estado allí, pero que ha permanecido escondido como consecuencia del “antifaz de la costumbre”.
Emprendedor, Consultor en Orientación Profesional y Coach. Fue uno de los pioneros en el uso de las metodologías de Orientación Profesional y Coaching en España. Licenciado en Ciencias del Trabajo, tiene un Diploma en Psicología Industrial y un Master en Relaciones Laborales. Ha trabajado en los ámbitos de la gestión de RRHH y la consultoría en Capital Humano, Empleo, y Orientación Profesional. Consejero Delegado de Alius Modus, diana.jobs, y Redes Sociales Profesionales. Autor del blog “no tengas miedo de hacerlo mejor”.
Totalmente de acuerdo Pau con lo que escribes, a menudo me sucede lo que comentas con los clientes y personas de mi entorno, el cambio debe ir más allá que un trabajo ó reorientación profesional, debe alinearse a ilusión, entornos, valores, habilidades y talentos, por eso cuando buscamos un cambio debe ser hecho a fondo para que tenga consistencia en el tiempo.
Muy buen artículo, un saludo.
Muchas gracias German. Creo que en todas las cosas de la vida es buena la profesionalización y considero que en el campo de la orientación profesional es si cabe más necesaria dado que como parece se está consolidando aquello de que las personas deberemos cambiar 7 veces de actividad a lo largo de nuestra vida. Pau Hortal