El primer héroe de la Torres Gemelas

Aquel funesto 11 de Septiembre de 2001, mientras contemplaba las imágenes de la columna de humo saliendo de la torre norte del World Trade CenterPhilippe Petit recordaría la mañana del  7 de Agosto de 1974 en la que, poco después de las 7 de la mañana y precisamente desde la misma torre norte, daría los primeros pasos sobre el cable de acero que separaba las Torres Gemelas del World Trade Center, a más de 400m. de altura.

Durante cuarenta y cinco minutos mágicos, Petit recorrió el cable de un extremo al otro, saltó, se sentó e, incluso, hizo reverencias al sorprendido público que abarrotaba las aceras de Manhattan sin poder retirar la vista de la figura vestida de negro que, sobre sus cabezas, recorría el espacio entre los edificios recién estrenados. Incluso la policía, al detener a Petit, dudó si aplaudir o esposarlo.

Philippe Petit, a sus 24 años, se había convertido en una leyenda.

Culminaban así seis años de planificación, en los que Petit no solo tuvo que practicar su habilidad como funambulista. También estudió todo lo referente a la construcción de los edificios y la manera en la que él y sus colaboradores podrían hacer llegar el equipo necesario hasta la azotea de la torre norte sin despertar sospechas.

Su hazaña tuvo tal repercusión que le fueron retirados los cargos y, en lugar de ir a la cárcel, fue invitado a reproducir su paseo en Central Park. Además, se le entregó un pase vitalicio que le permitía la visita a las torres y su firma quedó grabada en una de las vigas de acero de la torre norte.

Desde entonces, Philippe Petit ha recorrido el mundo paseando sobre el alambre en todo tipo de localizaciones, como la Catedral de Notre Dame o la Torre Eiffel, en París, o el Puente de Sidney. Se han escrito varios libros alrededor de su paseo entre las torres y, en 2008, se rodó un documental que incluía las imágenes originales.

La historia de la hazaña de Petit, que comenzó al leer una revista en la consulta de un dentista, nos muestra cómo los objetivos son alcanzables siempre que se empleen determinación y pasión, guiadas por una estrategia adecuada y sin escatimar en conocimiento.

Pero, antes que nada, debe haber una visión, y aquí es donde radica el éxito de Petit y de otros grandes artistas y genios. Este concepto queda muy bien recogido en una frase, atribuída a tantos autores que no citaré ninguno, que dice:

«La innovación es mirar donde todos han mirado y ver lo que nadie ha visto»

Frente a aquella revista donde otros sólo habían visto el anuncio de una fantástica construcción, Petit tuvo una visión: vio una oportunidad para desplegar su arte, para brillar y para hacer algo que el resto de la Humanidad consideraba imposible.

Aún hoy, a sus 63 años, Philippe Petit sigue persiguiendo uno de sus sueños más ansiados: cruzar el Gran Cañón del Colorado.

 

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