La dificultad de identificar valores diferenciales

Cuando a uno le preguntan cuáles son sus valores diferenciales se suele producir un silencio largo.

Curiosamente, disponemos de una mente analítica perfecta cuando se trata en valorar lo que destaca en los demás, ya sea en personas, en empresas, en marcas comerciales…

Pero cuando se trata de nosotros, la dificultad en identificar esos diferenciales es extrema. Y ahí está el gran problema: no seremos capaces de diferenciarnos de posibles competidores sin saber lo que nos hace únicos, sin entender perfectamente bien cuáles son nuestras propuestas de valor.

Llegados a este punto, vale la pena recurrir a una de las soluciones más efectivas para desatascar la situación: preguntar a nuestro entorno. Sí, así de sencillo, y así de difícil. Quienes nos conocen nos ayudarán a destacar nuestras competencias, nuestras habilidades, nuestras «virtudes».steak_frites2559

Tenemos que mentalizarnos de la necesidad de entender y expresar lo que nos diferencia, lo que nos da mayor valor. Hemos de huir de la idea de ser un commodity, ya que en ese caso no podremos exigir nada y tendremos que obedecer la deriva de los mercados.

Se trata de establecer la diferencia entre marca y producto, y hacerlo en base a una premisa clave: las marcas tienen valores a menudo intangibles, los productos tienen atributos.

Así que, puestos a optar a cualquier proceso de selección, vale la pena clasificar nuestro arsenal entre lo que son valores de marca (nos acompañan siempre), y nuestros atributos como productos (pueden variar con el tiempo).

Por ejemplo, la experiencia de cada uno en una determinada área de negocio es única, pero la habilidad de hablar inglés a la perfección puede ser un atributo que compartamos con muchas otras personas.  Lo mismo sucede, por ejemplo, con los objetivos personales, son valores de marca.

Es muy importante que sepamos distinguir bien entre el bisté y las patatas. Seguiremos hablando del tema.

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