Una marca personal se basa en la confianza. De hecho, toda marca (personal, comercial, corporativa…) está en mayor o menor medida asociada a la confianza. Es una promesa de valor añadido que va más allá del producto asociado y genera unas expectativas en el consumidor. Expectativas que, implícitamente, van a convertirse en un compromiso: un acuerdo no escrito entre cliente y marca.
Y los acuerdos, hay que cumplirlos.
Un profesional que decide crear una estrategia para gestionar su marca personal, también va a generar este conjunto de expectativas y de su mano, van a venir implícitas una serie de obligaciones.
Por eso, la confianza que podamos generar en torno a nosotros va a ser nuestra gran aliada, pero si no está bien gestionada, puede llegar a provocar una crisis de reputación importante. Es un arma de doble filo.
¿Por qué sucede esto? Para gestionar la confianza deberíamos primero entender que ésta es relativa. Cada individuo la entiende de manera diferente.
En 1994, los investigadores Yamagishi y Yamagishi hicieron un estudio para medir los índices de confianza que tenía la gente hacia sí misma y hacia otras personas.
Presentaron un cuestionario a centenares de individuos de Estados Unidos y Japón. Luego compararon los resultados obtenidos. Algunos de ellos fueron muy reveladores.
Pese a que de hecho, la tasa delictiva es mucho mayor en EEUU, el índice de confianza a través del test presentado fue mayor en los individuos estadounidenses que en los japoneses. El estudio reveló que los estadounidenses tendían a percibirse a ellos mismos como personas que transmiten más confianza y que a su vez, confían más en los demás.
Los investigadores atribuyeron los resultados de éste estudio al hecho de que en la cultura oriental las relaciones a largo plazo son una parte central en su estructura social. Por tanto, la confianza se solapa con el concepto de compromiso, es decir, la confianza se basa en saber que los demás continuarán actuando de la misma manera a lo largo del tiempo (serán coherentes). Tienen más información social a su alcance que nosotros, occidentales, que damos más peso a la “imagen de confianza” que (creemos) que emitimos o que emite otra persona. La cultura nos aporta información cognitiva menos completa y eso hace que toda la responsabilidad de completarla recaiga en nuestro ineficiente cerebro, que suele cometer errores. El más común: sobreestimar lo que vemos.
En conclusión: dos maneras de interpretar el concepto de confianza.
A mí me gusta, para procesos de marca personal, una manera de entender la confianza más a la japonesa, sostenida en el tiempo y basada en las relaciones a largo plazo, porque creo que confianza es un proceso psicológico y por tanto, para que se produzca debe estar activo, constantemente. Eso lo podríamos conseguir de las siguientes maneras:
Estar continuamente generando confianza, validando una y otra vez las expectativas que vamos generando y que deberemos cumplir.
No centrarnos únicamente en la imagen. La imagen es importante para generar confianza, pero sin estrategia detrás, la confianza generada es absolutamente volátil, efímera.
No generar falsas expectativas, adoptando una postura activa en explicar constantemente hasta dónde podemos llegar.
Reconociendo explícitamente nuestros límites y aprendiendo a rechazar aquellos proyectos que sabemos que escapan de nuestra especialidad o habilidades.
Recuerda: tu marca personal se basa en la confianza y la confianza, en cumplir expectativas.
Imagen: Freepik
Consultor, formador y conferenciante independiente especializado en personal branding, comunicación digital humana y marketing on-line. Licenciado en Psicología (UB). Acumula más de 6 años de experiencia desarrollando, implementado y potenciando estrategias de marca personal para clientes de varios sectores profesionales, así como la realización de formaciones y conferencias sobre marca personal, marketing digital y psicología tanto en empresas como en entidades públicas.
Hola Francesc,
Creo que es justo lo que dices, hay que saber mantener la confianza desde la honestidad. Una marca personal puede generar mucha confianza, incluso a lo largo de muchos años, pero todo puede acabar de la noche a la mañana. El mejor ejemplo en la actualidad es la confianza en los políticos, que ya no solo se concentra en una marca personal determinada, sino que se ha expandido a todo el sector. En estos momentos dudo que haya mucha gente que confíe 100% en cualquier político. Y lo de pagar justos por pecadores es una de las leyes no escritas de la humanidad.
¡Hola Enrique!
Efectivamente, eso de «Cría fama y échate a dormir» hoy, en esta economía intenrconectada en la que vivimos, ya no sirve. (Quizás no sirvió nunca a todo el mundo. Pero hoy, a nadie). La confianza es un proceso mental activo, vivo, dinámico. Y como bien dices, si no estás al pie del cañón, todo se desvanece rápidamente.
¡Gracias por comentar!