Marca personal y trabajo independiente: ¿hasta dónde llenar nuestra agenda? -parte 3- por @Prof_EstradaMSC

A modo de introducción 

Amigo lector:

Recibe como de costumbre mi más cordial y cálido saludo en tu nueva o primera visita al espacio de colaborador que desde 2016 me honra y disfruto tener en Soymimarca, el medio de comunicación líder global sobre personal branding en lengua española (y abierto a colegas de otras lenguas). Gracias por estar aquí.

Como es habitual desde el pasado 2020, mi primer mensaje de hoy es de solidaridad con quienes han sufrido de cualquier modo los efectos de la terrible pandemia que nos ha golpeado a todos en el mundo; especialmente, con aquellas personas que han perdido a algún ser querido. Como cada día desde que esto inició, y como lo haré hasta que termine (ahora en calidad de sobreviviente), elevo una oración por ellos, porque puedan recuperarse y seguir adelante.

Y luego de ello, te recuerdo que estás comenzando a leer la tercera entrega y final de mi serie temática Marca personal y servicios profesionales: ¿hasta dónde llenar nuestra agenda?, de la cual han sido publicadas la primera y la segunda; lecturas ambas que te recomiendo hacer antes de la de hoy -si no lo has hecho ya-, para que puedas seguir la lógica del tema, del modo en que lo abordo.

Aquí te presento el índice de esta tercera entrega de la serie:

Y sin más preámbulo, paso a compartir contigo el contenido de este trabajo. Gracias por ser, por estar, por acompañarme hoy y siempre.


Algunas condiciones y claves para la gestión de nuestra agenda

En principio, y asumiendo que nuestro mercado sigue considerando los servicios que ofrecemos entre sus opciones preferibles y preferidas, cabe decir que nuestra agenda como profesionales mojados por la lluvia y sudados bajo el sol (o sea, «fuera de sombrilla») podría y debe estar razonablemente llena; pero siempre bajo determinadas condiciones relacionadas con el momento, el contexto y la situación del propio mercado, de cada posible cliente en particular, y por supuesto, con los nuestros.

A continuación, un grupo de ellas. 


Algunas condiciones para gestionar el tema

Te propongo y analizo brevemente para ti seis condiciones que me parecen básicas. No creo que sean las únicas, y seguramente tú puedes proponernos y argumentarnos otras en los comentarios, o en las redes que compartimos. Aquí te van:

  1. Que haya cierta coincidencia, o al menos, compatibilidad, entre las necesidades del mercado, del sector, o del cliente que nos procura, y nuestros motivos, intereses, gustos y preferencias temáticas. ¿Alguien puede ser realmente bueno haciendo algo que no disfruta absolutamente nada hacer, por Dios?
  2. Que exista (o se pueda negociar y construir) cierta congruencia entre lo que el cliente puede objetivamente pagar y lo que nosotros aspiramos a cobrar. Porque de otro modo sería muy difícil hacer negocios, ¿verdad? Sentido común puro y duro: ¿Alguien puede cobrar lo que no le pueden pagar? Y por otra parte, ¿qué es preferible, negociar un precio de mutua conveniencia por los servicios que ofrecemos, o no poder ofrecerlos debido a nuestros precios elevados e inamovibles? 
  3. Que nuestras competencias profesionales estén en sintonía con la situación actual y con las tendencias, necesidades y perspectivas del mercado y el sector que atendemos, así como las del cliente que puede contratarnos; y que nos coloquen a un nivel competitivo adecuado entre otros posibles oferentes de servicios, quienes proponen aportar un valor potencialmente sustitutivo del que nosotros aportamos. Porque si no es así…¿quién nos elegiría? Y por otra parte…¿Cómo podríamos aportar verdadero valor?
  4. Que nuestra propuesta única de valor reúna los requerimientos del mercado para ser posicionada entre las más competitivas. Como he dicho en otros trabajos, todo el mundo quiere que sus problemas sean resueltos por el mejor, o por uno de ellos. Si el valor que proponemos aportar tiene el potencial de posicionarnos en ese nivel, y por supuesto, si a la hora de aportarlo hacemos honor a ese posicionamiento, estaremos creando condiciones para en el futuro seguir siendo competitivos, y por tanto, elegibles, y por tanto, si todo va bien, elegidos.
  5. Que el sector NO se encuentre en un manifiesto declive, para el cual nuestra propuesta única de valor y las mejoras que involucra u ofrece NO puedan representar una solución definitiva, o al menos, que resulte paliativa de forma sostenible. Porque los oferentes de servicios profesionales no somos magos, ni todos tenemos necesariamente vocación de «salvadores de desesperados» (dicho sea sin la menor intención peyorativa); y no creo que a alguien de nuestra industria le convenga que su marca personal sea asociada al fracaso sucesivo de varios clientes, y/o al derrumbe de todo un sector de negocios en un contexto determinado. ¿Te imaginas algo como «Fulano estaba allí, y como quiera quebraron»? O peor aún, ¿»Ellos tenían posibilidades, pero contrataron a Mengano y todo se les cayó»? Y caben otras peores…Entonces, no solo los clientes deben saber elegir entre nosotros; también nosotros debemos saber elegir a cuáles clientes NO debemos servir. Porque ellos tienen derecho…y nosotros también. 
  6. Que no represente un freno, un escollo o un desvío temático importante en nuestra carrera profesional. Porque el freno nos detiene, el escollo nos impide avanzar, y nadie desea estancarse ni retroceder. Y el cambio abrupto de tema puede generarnos dispersión, desenfocarnos y desconectarnos; además de hacernos perder tiempo en nuestro propio desarrollo, y de que puede confundir al mercado acerca de cuál es nuestro verdadero expertise y las fuentes genuinas de nuestra posible contribución desarrolladora.

Aquí pueden darse situaciones bien interesantes. Por ejemplo, entre los aspectos 1 y 2: que tengamos una gran motivación personal para trabajar en el tema X que «le duele» muchísimo a un cliente…y que este no tenga condiciones para pagarnos lo que aspiramos a cobrar por curar su dolor. Cada quien debe saber qué decidir y cómo actuar en ocasiones como estas, en las que todo DEPENDE (¿te suena este vocablo en mi trabajo, amigo lector?) de un enfoque MUY PERSONAL de la vida y sus procesos, y también, entre otras cosas, de la condición económica en que cada oferente se encuentre, y de si esta le permite o no ajustar sus tarifas. Me he referido a este tema en una respuesta reciente en Quora, cuya lectura posterior te sugiero. 

Y así, según personas, situaciones y contextos, pueden manifestarse en el asunto que abordo otros «¿Qué hacer en este caso?» 

No hay modelos ni recetas universales ni de aplicación generalizable en este tema, como en ninguno de los que he compartido contigo en la serie que hoy estoy cerrando. Pero te sugiero que si más de dos de estas condiciones se manifiestan en sentido negativo o potencialmente desfavorable para ti, lo pienses muy bien antes de procurar y/o aceptar un contrato de servicios profesionales. Y si deseas ampliar el espectro de posibilidades de tu análisis, te sugiero revisar la siguiente lista de 50 motivos para que un profesional de estos tiempos no acepte trabajar para un cliente individual o corporativo, tema que estoy desarrollando en mi serie ¡No me contrates!. En el momento en que salga a la luz el texto que ahora mismo lees, la serie debe ir por el capítulo 5 o 6, o estar a punto de llegar ahí (pudo ir más lejos, pero ha habido muuuucha tarea y muuuuchos rollos en estos meses finales del año 2021), y ya habrán sido analizados los primeros diez o tal vez quince motivos. 

Hay un caso «especial», que creo haber leído hace un tiempo a Andrés denominar «trabajos alimenticios», si no recuerdo mal. Básicamente, adaptando el concepto a mi tema de hoy, se trata de oportunidades laborales en temas que reúnen muy pocas de las condiciones anteriores, y a veces ninguna, jejeje…Pero hay situaciones y momentos en los que no queda otro remedio que TOMARLAS, porque nuestra posibilidad de elegir se ha reducido a cero. Y sí, son oportunidades, porque si en el momento en que las buscamos y tomamos no hubieran aparecido, no habríamos podido resolver uno o más de los diversos problemas que motivaron nuestra búsqueda de «lo que aparezca», comenzando por la satisfacción de nuestras necesidades alimentarias y las de la familia. Y que te conste: ELLO ME CONSTA.

Me he referido a este espinoso y delicado asunto en varios trabajos; entre ellos, mi artículo de 2015 ¿Empleo o negocio? Ambos «marcan» tu marca personal, en el cual he planteado lo siguiente: 

«Si estamos en una situación laboral difícil (desempleo, subempleo, etc.) el hecho de no estar en condiciones de suplir todas las necesidades de subsistencia, y posiblemente otras, nos hace vulnerables y hasta débiles ante ofertas que en situación diferente no tomaríamos en cuenta; y a veces la desesperación nos lleva a cometer errores como los siguientes (y por supuesto, generar las correspondientes excusas):

  • Aceptar trabajos para los que no estamos debidamente calificados (ya aprenderé en el camino); o
  • Aceptar propuestas que no tienen nada que ver con nosotros y nuestro perfil (no puedo escoger ni esperar, lo mío es salir de este bache ahora mismo); o
  • Aceptar que nos paguen mucho menos que lo que nuestro valor profesional implica (no estoy en condiciones de negociar), o
  • Disminuir intencionalmente nuestro valor y calidad profesional para acceder a un puesto de requerimientos muy inferiores a nuestro nivel (estoy dispuesto a cualquier cosa por trabajar), o, ya como extremo,
  • Involucrarnos en actividades de dudosa licitud o legitimidad (¡lo único que no puedo es pasar hambre!)».

Todo el que se ha visto en situaciones difíciles por falta de empleo (y observa que no escribí trabajo, sino empleo), puede haberse hallado ante una o más de estas posibilidades, e inclusive de otras. A mí me ha sucedido un par de veces con un par de ellas (por «suerte», nunca la última, jejeje). Y no pretendo juzgar a nadie por lo que hace o deja de hacer en su vida y con su vida –líbreme Dios de creerme facultado para ello-, pero sí proponer la idea que a modo de experiencia he construido tras pasar por esa situación y ver pasar por ella a otras muchas personas.

En mi opinión, la clave de este asunto, si se quiere evitar la obligación de aceptar ese tipo de oportunidades, es trabajar muy duro e inteligentemente para no tener que buscarlas, y para poder rechazarlas cuando tocan a nuestra puerta. Y no es sencillo en modo alguno, mas definitivamente, es posible. Pero siempre, siempre, SIEMPRE, sabiendo que puede haber momentos en los cuales simplemente, no lograremos soluciones por más duro y mejor que trabajemos; porque las circunstancias que lo harían posible, y sus evoluciones o involuciones, no nos favorecen y no están bajo nuestro control. Como muy bien nos lo dice el Maestro Alfonso Alcántara: “Si quieres, no siempre puedes”.

Entonces, si asumimos el empleo «en formato cuentajenado» -ecos de Andrés– como una opción válida (¡LO ES!), toca convertirnos en la mejor opción a la que un potencial empleador pudiera aspirar. Pero hagámoslo teniendo en cuenta que, en ese proceso, muy probablemente nos estaremos también convirtiendo en una opción de preferencia para personas u organizaciones que no nos necesitan como «empleados», sino como partners de negocios, en nuestra calidad de oferentes de servicios profesionales. En una respuesta que ofrecí hace algún tiempo en Quora, he abordado este asunto así:

«…todo podrá ser a tu manera, a tu tiempo y bajo tus condiciones, si en lugar de esperar por un empleador o depender de su poder, te dedicas a convertirte en la mejor opción que cualquier empleador quisiera tener a su alcance…o mejor aún, a crear tu propio trabajo, con una calidad y un aporte de valor únicos, transformadores, innovadores, diferenciadores, disruptivos, inimitables y definitorios de una marca única…y conseguir que ‘ellos’ hagan fila para recibir tus servicios» (Estrada, 2021). 

¿Te funciona?

Pues esa ruta pasa por las siguientes estaciones (entre otras posibles):

  1. Identificar muy bien todas o casi todas las cosas que te gustan y disfrutas mucho hacer a nivel profesional.
  2. Identificar muy bien cuál y cuánto valor es requerido y demandado en tu entorno, relacionado con las diversas cosas que a ti te gustan y disfrutas hacer (teniendo presente que la noción de entorno Conjunto de circunstancias o factores sociales, culturales, morales, económicos, profesionales, etc., que rodean una cosa o a una persona, colectividad o época, e influyen en su estado o desarrollo«- puede abarcar desde dos metros hasta diez mil o más kilómetros a tu alrededor, abarcando literalmente todo nuestro planeta gracias a Internet; lo de Marte todavía está en proyecto).
  3. Priorizar y elegir, entre todo lo que te gusta y disfrutas hacer, las dos o tres cosas más congruentes con los requerimientos y la demanda actual o potencial de valor que has identificado en tu entorno.
  4. Profesionalizarte hasta el máximo nivel posible en esas dos o tres cosas, prestando sistemáticamente servicios que aporten un valor que sea progresivamente validado y llegue a ser demandado por tu entorno, hasta que llegues a estar entre los mejores en cada uno de tus dos o tres temas de expertise (siempre según tu entorno, no según tú). No olvidemos que esto «no solo se trata de saber y saber hacer mucho, sino de hacerlo en función de las necesidades del entorno, lo cual asegura (o al menos propicia) capacidad resolutiva, aporte de valor, y valoración del expertise por sus beneficiarios» (Estrada, 2021).
  5. Identificar y estudiar muy bien cuáles otras áreas están conectadas de forma directa o indirecta con las dos o tres cosas en las que eres muy bueno, y aprender cuanto puedas acerca de ellas. 
  6. Configurar tu propuesta única de valor de un modo que integre muy bien tu expertise en las áreas donde lo tienes y ha sido validado, y tu capacidad para agregar valor en las otras áreas no directamente relacionadas, pero sí indirectamente conectadas con tu expertise; de forma que permita a tu entorno valorar tus servicios como posibilidades de intervención, transformación y mejora más complejas, holísticas y sistémicas que si solo te dedicaras a temas muy específicos y puntuales (en esta línea que te estoy sugiriendo va el mundo de hoy, en relación con la nueva polimatía del siglo 21).
  7. Explorar sistemáticamente tu entorno en busca de oportunidades que permitan proponer y luego aportar de forma única (o casi), este tipo y nivel de valor de mayor complejidad y potencial resolutivo, y cuya prestación aún resulta lo bastante limitada en cantidad de oferentes como para permitirte posicionarte de modo muy diferencial y exclusivo.
  8. Perfeccionar sistemáticamente tu oferta, tu servicio, tu diferencia y el valor que aportas, de un modo que te permita navegar con menos oposición competitiva en tu espacio de influencia, y tener suficiente paz para analizar la evolución de la situación y darte cuenta de cuándo se va acercando el momento de disrumpir tu propio estatus triunfador y  dar el salto a uno nuevo, también único, diferente y exclusivo, para lo cual te habrás ido preparando y ya tendrás la experiencia de haberlo hecho antes.

Todo lo anterior te conduce a dominar, aplicar y perfeccionar tu propia noción del concepto innovación en valor (la base principal de la famosa estrategia del océano azul) con un enfoque polímata versión siglo 21. Y creo poder asegurarte que esa ruta te puede llevar mucho más lejos que la alternativa: competir contra colegas, sangrando por clientes que paguen lo que aspiramos a cobrar, en un mercado cada vez más saturado de ofertas y más escaso en oportunidadesun estatus que en el futuro no hará sino intensificarse, profundizarse y hacerse más difícil de derrotar. ¿Lo dudas? ¡Pregunta a muchos de los expertos que desde hace diez años escriben en este mismo espacio, y luego me cuentas!

¿Te funciona esa ruta que te propongo, amigo lector? Fácil no será, por supuesto. Para nadie lo ha sido, ni lo es. Pero rentable, si se logra…¡Sin duda alguna!

Y volviendo al punto de origen, SIEMPRE debemos considerar la posibilidad de que un día las cosas no nos vayan tan bien como ahora. Te lo digo desde la culpa de quien ha cometido el pecado de no hacerlo, y desde la memoria de las consecuencias sufridas por ello. Y la realidad me ha pegado muy duro en la cara un par de veces, poniéndome a «pasar trabajo» (como se dice en mi Cuba bella) y a vivir precariedades «inmerecidas», como justo castigo por ese pecado. 

Necesitamos estar preparados para la escasez, como creemos estarlo para la abundancia. Insisto: CREEMOS ESTARLO. No son tantas como pudiera parecer, las personas que saben gestionar la plenitud y estabilidad económica y financiera, y estando en ella se preparan para cuando puedan no estarlo. Porque nos guste o no, y lo evitemos o no, en la vida sí puede manifestarse lo que dice una vieja salsa cubana que recuerdo muy bien, pero no la he hallado en Youtube: «Un ratico arriba, un ratico abajo: ya me cansé de relajo». Mas ese análisis del estatus competencial para la gestión de la escasez y la abundancia ya sería tema para otro larguísimo trabajo, y además, no es mi tema

La hermosa y célebre frase de fe «Todo obra para bien» (me limito a citar ese fragmento de ella), es profundamente cierta, en mi opinión. Solo que a veces queremos circunscribir el bien a lo que en ese momento nos parece bueno…y muchas veces, su alcance va más allá de eso. Por ejemplo, enseñándonos la lección del ahorro como estrategia de vida

Un recurso estratégico para evitar -a un nivel más o menos razonable- la obligación de tomar «trabajos alimenticios», es nuestra marca personal: si hacemos correctamente todo lo necesario para poder vivir de ella (o sea, si la gestionamos como podemos y requerimos hacerlo, comenzando por ser muy buenos en lo que hacemos -ecos de Xavi– y comunicarlo para visibilizarlo como debemos, porque la visibilidad es un activo profesional estratégico -ecos de Neus), tendremos una probabilidad razonable -ojo: nunca absoluta– de no tener que acudir a la ya descrita «nutrición laboral». 

Y por otro lado, te recomiendo encarecidamente que ninguna de las combinaciones que hagas en tu proceso decisorio excluya la condición # 1 de las listadas arriba. No creo que haya algo profesionalmente peor que trabajar en algo que NO nos gusta hacer, y que por tanto, no disfrutamos, ni nos sentimos crecer en algún sentido mientras lo hacemos. Cuesta muchísimo y es casi imposible aportar valor, sin cultivar y derramar amor

Te lo dejo hasta aquí por ahora. Veamos cuáles son las claves de las que te hablé en el índice del post para la gestión de nuestra agenda como oferentes de servicios profesionales.


Algunas claves para gestionar el tema 

Aunque podrían ser muchas más, hoy yo te propongo únicamente cuatro claves a gestionar con enfoque sistémico/estratégico; porque de diferentes formas, estas cuatro se relacionan con muchas otras, como podrás constatar a continuación. Las que te propongo aquí son las siguientes: 

  • Relación calidad/valor/precio/tiempo
  • Modalidad y metodología de trabajo
  • Foco, y 
  • Nicho

Comentemos cada una in extenso, desde mis puntos de vista y otros que conozco, y en una perspectiva general no excluyente de particularidades individuales. 

1- Relación calidad/valor/precio/tiempo

Un solo cliente que paga muy bien (bastante por encima de la media del mercado) es mejor que dos o tres clientes que pagan «normal» (en la media del mercado o un poco menos), aunque la suma de los honorarios cobrados a estos últimos exceda moderadamente el monto procedente del primero. Veamos algunas razones:

  • Nos permite trabajar con menos presión y por ende con más calidad. Esa «vaina» de las ofertas de trabajo que exigen como requisito «capacidad para trabajar bajo presión» como si eso fuera algo bueno para alguien, es uno de los grandes absurdos que he leído sobre estos temas, y lamentablemente con mucha frecuencia. Eso de trabajar bajo una presión impuesta por terceros (y muchas veces innecesaria, derivada de malas decisiones gerenciales) no es bueno para nadie; tampoco para ustedes, ¿me escuchan, empleadores, y especialistas de reclutamiento y selección? ¿Les suenan de algo (entre otros) los conceptos felicidad en el trabajo, calidad de vida laboral, y employer branding?
  • Nos genera menos desgaste físico, mental y emocional. Al concentrar los esfuerzos en un espacio humano y temático concreto (ya sea individual u organizacional, físico o virtual), todas nuestras energías fluyen mejor, con menos dispersión y más profundización en el objeto/objetivo; todo lo cual nos permite mejor y mayor aplicación y aprovechamiento de nuestros recursos humanos, en nuestra calidad de humanos con recursos.
  • Nos facilita mucho el enfoque; o sea, concentrarnos en nuestro foco (en otro punto más adelante amplío al respecto). 
  • Nos posibilita mayor dedicación y entrega, al no existir competencia entre tiempos y espacios.
  • Nos crea mejores condiciones para más compromiso con el proceso y con los resultados.
  • Genera mejores relaciones personales y profesionales entre nosotros como oferentes, y el cliente o su equipo, al poder compartir más tiempo y actividades en función de un proyecto y objetivo común. 
  • Nos facilita dedicar más tiempo de calidad a nuestra familia y a nosotros mismos; y por supuesto,
  • Hace más rentable para el cliente y para nosotros el tiempo que le dedicamos. 

Este abordaje puede tener un par de factores en contra; sobre todo, el riesgo que contraemos al colocar todos los huevos en una sola cesta durante un tiempo determinado. Pero al menos para mí, este es un riesgo aceptable y manejable si las condiciones anteriores se gestionan bien y se manifiestan de modo favorable, y especialmente, si hemos revisado previamente todo lo necesario para decidir, y las cuentas efectuadas «nos dan». Así, es bastante menos probable que fracasemos. 

2- Modalidad y metodología de trabajo. 

La forma elegida para prestar servicios profesionales tiene un impacto inevitable sobre los procesos y los resultados, tanto en términos de eficiencia (uso del tiempo, la energía personal, el talento, el dinero, la información, y otros múltiples recursos) como de eficacia (logro de objetivos); por tanto, puede ser un factor determinante de su efectividad. 

Los modelos de intervención en las actividades y los negocios relacionados con «la industria de los servicios profesionales de apoyo a la gestión y desarrollo de capital humano, tecnológico, organizativo y social» (consultoría, mentoring, coaching, formación,  asesoría, etc.), que son ejecutados por profesionales «independientes», suelen ser gestionados,  en lo tocante a la participación de los actores, en un espectro bastante amplio de opciones, que van desde 1 a 1 (un interventor y un único participante intervenido) hasta 1 a N (un interventor y un grupo más o menos numeroso de participantes intervenidos).

Por ejemplo, el 1:1 puede ser muy útil en procesos de mentoría enfocados a la profesionalización y al desarrollo estratégico personal. El mentor personaliza su enfoque de intervención, de modos que le permiten identificar con efectividad y precisión las áreas de oportunidad para el crecimiento del mentorado, y ofrece a este su guía, experiencia, consejo, apoyo y seguimiento en función de que pueda trabajar en esas áreas y producir el crecimiento esperable y necesario; además, claro está, de que se constituye involuntariamente en modelo a «imitar» y seguir para el mentorado. Nada de esto es viable ni resulta conveniente, pertinente o efectivo, en una intervención 1-N: se perdería parcial o totalmente la personalización imprescindible para el éxito.  

Y el 1-N, puede funcionar de forma excelente en procesos de formación efectuados mediante intervenciones capacitantes (lo aclaro porque la mentoría comentada arriba también hace parte del gran concepto llamado formación). Se trata, esencialmente, de un formador compartiendo saberes y/o ayudando a construirlos a un grupo más o menos numeroso de personas que los requieren para mejorar sus desempeños. Y si quieres ver, analizar y valorar un buen ejemplo de este tema, esa gran profesional que es mi amiga y colega Ylse Roa acaba de publicar un magnífico y muy didáctico post donde comparte con todo detalle su productiva experiencia aplicando el modelo 1-N como formadora, a través del método WhatsApp Learning. ¡No te lo puedes perder! 

Cada modelo funciona y puede ser efectivo en contextos y situaciones diferentes, dependiendo de los objetivos que se persigan y de las características de las personas, los grupos, las organizaciones y los procesos sobre los que se interviene, y los métodos y técnicas a utilizar.  Y además, sistemática o eventualmente, los modelos pueden ser cambiados en función de las situaciones y sus variaciones, o inclusive, puede haber varios de ellos integrados desde el inicio en la planificación de las intervenciones. 

Por ejemplo, transitar desde un modelo 1-1 a un modelo 1-N, puede ayudar mucho cuando se pretende que los logros de una persona sean difundidos en su colectivo estudiantil o laboral, y utilizados por este como fuente de aprendizaje y crecimiento. Un método muy conocido, utilizado e interesante aquí es el de extender y difundir las buenas prácticas, y entrenar a través de ellas, al que Tom Peters llama aprendizaje a través de «bolsas o reductos de excelencia» en su clásico de 1986 Pasión por la Excelencia. Cuando gracias a una mentoría individual efectiva (1-1), alguien ha alcanzado cotas que le convierten en el modelo a seguir, es inteligente poner ese modelo a disposición de quienes le rodean y deberían lograr similares resultados; esta vez, a través de una mentoría colectiva (1-N) que utilice esas prácticas individuales como caso de estudio, y desde ahí, como base de sustentación modelada de los nuevos desarrollos personales y profesionales a potenciar, bajo la lógica de «él/ella pudo: veamos cómo ustedes también pueden, y trabajemos juntos para lograrlo».

Otro método de intervención desarrolladora muy interesante y de alto impacto para trabajar bajo un modelo 1-N, y que por cierto, no suele ser clasificado como tal a pesar de su eminente y evidente carácter educativo, y de sus enormes posibilidades de influencia y transformación, es el blogging educativo y/o académico; el alcance e impacto logrados  al bloguear con calidad y efectividad pueden ser infinitamente mayores que el de cualquier otro método. Lamentablemente, sus posibilidades suelen ser muy desaprovechadas por gran cantidad de profesores tanto en la educación preuniversitaria como en la universitaria, quienes no comprenden ni aprovechan como deberían las enormes ventajas de esta estrategia/herramienta; y también por parte de muchísimos bloggers, que no terminan de entender el enorme potencial informativo, educativo, desarrollador y aportador de valor de esa herramienta llamada blog, ni de la estrategia llamada blogging,  y solo dedican su uso a «vender» sus servicios profesionales o los de sus empresas, en el sentido más estrictamente comercial del término.  

Al parecer, estos bloggers no se dan cuenta de que si educan más y mejor, pueden vender muchísimo más; y que de hecho, cuando educan, venden. Porque al hacerlo, están colocando su propuesta única de valor en las manos de un público interesado en su tema y potencialmente interesado en sus servicios relacionados con él. No siempre el dinero llega de inmediato, pero si se ha hecho bien la tarea, puede y suele llegar más adelante (inbound marketing mediante, por ejemplo), y que dicho ingreso sea más sostenible, y el impacto del producto sobre el mercado, mucho más abarcador, sostenible y duradero. Además, claro, de las múltiples oportunidades que puede generar tener uno o más blogs aportando valor de forma sistemática ante los ojos del mundo, en la vidriera global del talento. Por Dios.

En este orden (el blogging como estrategia de intervención desarrolladora en el modelo 1-N) quiero destacar la labor del Maestro Guillem Recolons. Por ejemplo, su excelente serie de posts sobre el diagnóstico de marca personal orientado al autoconocimiento me parece paradigmática, en el sentido de aportar mucho valor educando a un gran público sobre un tema de gran necesidad dentro del campo que el autor trabaja, haciéndolo con gran sentido y enfoque didáctico; y puedes apostar a que el volumen de personas que forman la N de la relación ha sido enorme. Tan grande como el tamaño de la parte ancha de ese embudo; no lo hemos hablado, pero no me cabe duda de que este contenido debe estar entre los que más interés y/o clientela posterior (real o potencial) puede haber generado para el autor, o más bien los autores, pues la serie fue un trabajo colaborativo. Excelente. 

Detalle curioso: aquí, la parte 1 de la relación 1-N, no es individual, sino colectiva (como ya te dije, esta serie de trabajos es colaborativa). Pero sigue siendo 1, porque la base del proceso es el blog. Un blog, desde el cual se proponen contenidos educativos a N lectores/aprendices. Interesante, ¿verdad?

Sobre el potencial educativo del blog, he propuesto hace unos años, en mi trabajo ¿Por qué bloguear si eres docente? (Razones para otro modo de proveer educación de avanzada), lo siguiente:

  • «Es plenamente compatible con casi cualquier finalidad educativa perseguida.
  • Propicia el desarrollo de competencias en áreas como la comunicación, la investigación y la creación, además de las áreas del conocimiento específicas de las materias atendidas por cada docente.
  • Accesible a todos: docentes, estudiantes, familia y comunidad.
  • Gratuito, o de muy baja inversión económica si se prefiere algo muy complejo a nivel tecnológico y de prestaciones.
  • Fácil de gestionar e integrar con otras herramientas tecnológicas digitales, como las redes sociales, el correo electrónico, las newsletters y otras.
  • Admite múltiples formatos de contenidos.
  • Admite diferentes tipos de interacciones.
  • Motiva al usuario (creador y lector) al desarrollo de nuevas competencias digitales.
  • Está «de moda» y en plena expansión de uso y difusión masiva en todo el mundo.
  • Permite un alto nivel de visibilidad, y dependiendo de la calidad de uso y el nivel de difusión, puede asegurar un posicionamiento favorable» (Estrada, 2017).

¿Te parece poco? 

Pues revisa estas formas que te he propuesto en mi trabajo Cómo usar un blog en modo branding personal, a través de las cuales podemos educar desde el blog:

  • «Con el rigor al seleccionar los temas que tratas.
  • Con el nivel de actualización con que los abordas.
  • Con la selección rigurosa de tus fuentes.
  • Con la calidad formal de tu escritura.
  • Con el uso correcto y pensado de la tecnología sobre la que trabajas tu blog, y de los recursos de audio, visuales y/o audiovisuales que sirven de soporte a tu contenido literario.
  • Con el enfoque crítico y autocrítico de tus abordajes temáticos.
  • Con la autenticidad, claridad y profundidad de tus conceptos, posiciones y valoraciones.
  • Con el respeto a nivel humano que ofreces a las posiciones de otros autores, aún discrepando de ellas.
  • Con la ética profesional de que haces gala al escribir, proponer e interactuar.
  • Con el respeto estricto a los derechos intelectuales ajenos.
  • Con el dominio técnico y metodológico que manifiestas acerca de los temas tratados.
  • Con la calidad del debate que generas, promueves, mantienes y desarrollas.
  • Con la estética que manejas al configurar tus artículos.
  • Con el respeto, cordialidad, cercanía y mesura con que en todo sentido tratas a tus lectores.
  • Con la modelación que haces de las mejores prácticas en cada ámbito de tu acción bloguera» (Estrada, 2016).

¿Ahora sí?

También puede ser muy útil potenciar el uso de métodos colaborativos para la construcción y diseminación de nuevo conocimiento, explotando los potenciales de cada integrante de los equipos que sean conformados al efecto. La escritura de artículos de autoría colectiva, el desarrollo de proyectos grupales de intervención, la creación de espacios digitales colectivos donde un grupo de participantes publique, analice y discuta contenidos acerca de los temas clave que están siendo objeto de tratamiento en los procesos formativos, y se apoye mutuamente para la mejora de las propuestas, pueden ser opciones interesantes.

Un cuarto aspecto de esta clave puede ser la multiplicación de saberes y acciones, a través de la preparación previa o simultánea de «monitores»: dependiendo del tema, del contexto y del tipo y las características de la intervención, estos pueden fungir como mentores o asesores auxiliares, alumnos ayudantes, etc.  Este ejemplo funciona sobre todo en la formación.

Sobre la parte del tema que estoy abordando ahora, te sugiero revisar el capítulo 2 de esta serie, específicamente lo relacionado con el imaginado pero muy posible experto en desarrollo de la empleabilidad nombrado «Juan Pérez». 

Otro elemento de interés puede ser la utilización de algunas de las diversas aplicaciones digitales que propician y facilitan el aprendizaje, la interacción, la colaboración, la integración, y la gestión del conocimiento.  Te propongo brevemente uno de los ejemplos que más utilizo en los procesos que conduzco.

Slack: 

Recientemente comprada por el gigante Salesforce en la mayor adquisición de su historia, Slack no ha perdido nada de su tremendo poder tecnológico ni de su calidad y efectividad como herramienta de soporte para múltiples procesos. En Slack puedes desarrollar y gestionar procesos de comunicación, formación, asesoría y acompañamiento de forma individual y colectiva (combinando el 1-1 con el 1-N), crear y compartir bibliotecas digitales, videos, audios, imágenes, presentaciones y otros diversos recursos, promover la publicación interna y externa de artículos, estimular las interacciones desarrolladoras entre los participantes, evaluar de forma individual o colectiva cada una de las producciones, intervenciones o participaciones, e integrar múltiples aplicaciones de terceros (especial y favorablemente, para mi gusto, muchas del ecosistema Google), y un larguísimo etc.

Suelo utilizarla en mis intervenciones de asesoría, formación, consultoría y mentoría, y siempre me han satisfecho los resultados; sobre todo, porque mis clientes y estudiantes suelen quedar muy complacidos con las prestaciones y posibilidades que les aporta la aplicación. Especialmente, porque les permite replicar el modelo, los métodos y las técnicas que yo aplico con ellos usando la herramienta, modificarlos y enriquecerlos de acuerdo a sus necesidades y las de sus clientes y estudiantes, y mejorar sensiblemente sus resultados.  

Si aún no lo haces, te invito a que en tu próxima intervención desarrolladora, pruebes Slack. ¡Y luego me cuentas!

Veamos a continuación las otras dos claves que tengo para ti. 

3- Foco

Para ofrecer servicios profesionales de forma independiente, con razonables probabilidades de éxito, necesitas enfocarte; o sea, «conducir la atención hacia un tema, cuestión o problema desde unos supuestos desarrollados con anticipación a fin de resolverlo de modo acertado» (Fuente: https://definicion.de/enfoque/). Y ello supone, en el tema que nos ocupa, la necesidad de conducir dicha atención con cierto nivel de selectividad y hasta de exclusividad temática. Intentar ser todo para todos conduce y equivale a no ser nada importante para nadie; y si pretendes «enfocarte» profesionalmente en muchas áreas o temas, porque hay gran diversidad de necesidades en el entorno y aspiras a resolverlas todas o casi todas, sencillamente no serás suficientemente bueno en ninguna como para poder vivir bien de ella. Es materialmente imposible que puedas abarcar y resolver todas las necesidades de todas las personas u organizaciones que te rodean o te buscan, inclusive si muchas o todas ellas se encuentran exactamente dentro de tu campo de especialización profesional. Y pretender hacerlo por un asunto de ego (síntomas clásicos de «egovirosis«: yo puedo, yo soy el mejor, no hay competencia para mí en este campo, ellos solo me tienen a mí, etc., etc.) es una ruta muy segura hacia el fracaso. No podrás. No se puede. Nadie puede

Como dice Amalio Rey en un interesante artículo que he citado en otro de mis trabajos, «…No puedes ser bueno en todo, ni pretender contentar a todo el mundo porque entonces no vas a satisfacer a nadie. Ahí entra el concepto de ‘segmentación’, que conserva su plena vigencia (aunque es cierto que sea cada vez más difícil hacerlo), y la necesidad de descubrir y/o elegir en qué colectivos quieres centrar tus mayores esfuerzos porque presumes que serán más sensibles a tu propuesta de valor» (Rey, S/F).

O tal vez (digo yo), no solo lo presumes: LO SABES, porque ya les has servido antes, y su respuesta de entonces, el contacto mutuo en el ínterin, así como su llamada actual, te garantizan que el valor que antes les aportaste funcionó, y le da cuerpo y sentido a una propuesta que sigue siendo válida y valiosa para ellos. El escenario profesional al que todos aspiramos. ¿Verdad que sí?

Pero mucho cuidado: aunque tal vez ellos no lo sepan, tú sí debes saber que el valor más pertinente y mejor aportado, requiere SIEMPRE adecuaciones, actualizaciones, renovaciones…y a veces (solo a veces, aunque el Maestro y gran experto Dr. Enrique Dans aluda al viejo aforismo «si funciona no lo arregles», y hasta tenga razón al respecto en el tema que trata en el post que aquí ☝️ he enlazado), aplicar lo que dice otro famoso y disruptivo dicho: Si no está roto, rómpelo. Nunca te duermas en tus pasados laureles; pues como dicen en mi Cuba bella, «Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente«. 

4- Nicho

Te propongo brevemente mi abordaje más personal y practicado de este punto. Tu enfoqueya tratado arriba– y tu preferencia, competencia y experiencia profesional, deben incidir y coincidir, para generarte los mejores resultados, en un determinado punto o espacio del mercado, formado por los clientes potenciales que mejor responden a tu Ikigai (el famoso modelo japonés de autogestión personal que integra varias dimensiones críticas en la búsqueda y materialización del propósito de cada persona,  o sea, de su razón de ser y de existir; me gusta la forma en que lo ha trabajado aquí el reconocido experto Carlos Rebate). 

Se trata «simplemente» (jejeje) de identificar de forma muy clara y precisa al conjunto de personas que: 

  • Necesitan exactamente lo que tú amas, sabes y disfrutas hacer, haces muy bien, y aportas mucho valor haciéndolo; 
  • Prefieren y eligen siempre o casi siempre la forma en que tú lo haces, y el valor que haciéndolo así les puedes aportar, y/o les aportas; 
  • Disfrutan la relación humana que pueden establecer, cultivar y desarrollar contigo mientras lo haces, creciendo ambas partes a través de ella;
  • Son suficientes para que tú puedas satisfacer tus necesidades sirviéndoles, y «suficientemente pocas» para no rebasar tu capacidad real para servirles con calidad y efectividad; y por supuesto, 
  • Pueden y podrán pagarte por ello lo que tú necesitas y necesitarás para vivir decente y dignamente, permitiéndote realizarte y ser feliz en el proceso. 

En ese punto o espacio del mercado está la parte mayor y más importante de la materialización de tu propósito como profesional de…lo que sea; y no debes nunca equivocarte en esto. Investiga, explora y prueba, hasta que lo encuentres (hay bastante información en línea sobre cómo hacerlo); y una vez hallado, enfócate plenamente en él hasta que lo fidelices, y si es posible (¡ojalá!) lo fanatices, en el sentido y del modo correcto. 

Ese grupo humano es TU NICHO. No te desgastes «atacando» a otro, salvo que haya cambios muy radicales en uno o más de los cuatro criterios listados inmediatamente antes del inicio del párrafo anterior a este. Porque si hay uno o más de tales cambios, es muy posible que haya un nuevo nicho esperando por ti, o inclusive, que debas trabajar para crearlo

¿Vale?


A modo de conclusión 

Amigo lector: 

Ha sido un enorme placer proponerte estas ideas sobre la utilización de nuestro tiempo en la prestación de los servicios profesionales que el mercado requiere de nosotros. Y tal como te dije al inicio de esta serie de trabajos, te propongo mi respuesta corta (muy corta) a la pregunta del título. 

¿Hasta dónde llenar nuestra agenda?

Para mí, así:

Los profesionales que trabajamos bajo condiciones de relativa independencia, a quienes me he referido y en cierto modo «bautizado» en este trabajo como «los sin sombrilla», debemos llenar nuestra agenda, de forma equilibrada, hasta el punto en que ella nos defina y proponga el siguiente nivel de ocupación temporal:

  • Que nos permita atender de forma efectiva a todos y cada uno de nuestros clientes, aportándoles todo el valor que necesitan y esperan de nosotros. Porque un cliente de más, puede afectar la calidad de lo que hacemos para los otros clientes que atendemos, al exigir de nosotros un tiempo que debió ser dedicado a profundizar y/o mejorar el trabajo con alguno de aquellos. 
  • Que nos permita cuidar y nos haga posible conservar nuestra salud física, emocional y espiritual. Porque un cliente de más, con sus requerimientos de tiempo y trabajo, puede atentar contra nuestra relación armónica con nosotros mismos (mente/cuerpo/alma) y con nuestro entorno (relaciones humanas, y con nuestro ámbito espiritual superior) en diferentes sentidos; y puede mermar así nuestra funcionalidad como seres biológicos, sociales y espirituales, todo lo cual cabe en la definición de salud, y/o afecta su estado. 
  • Que nos permita continuar actualizándonos y profesionalizándonos de forma permanente. Porque un cliente de más, puede representar la diferencia entre leer y no leer el libro que necesitamos, o entre asistir y no asistir al evento académico que nos hace falta, o entre tomar y no tomar el curso o entrenamiento que requerimos para mejorar en cierta área de nuestro desempeño, o entre escribir y no escribir el proyecto de investigación o el artículo que puede ayudarnos a desarrollar tal o cual competencia o a posicionarnos en tal segmento o nicho, etc., etc. 
  • Que nos permita atender adecuadamente a nuestra familia, dedicándole tiempo de calidad, y proveyéndole razonablemente los recursos que necesita (y esto último nos incluye: no vivimos del aire, jejeje). Porque un cliente de más, puede ocupar el tiempo y requerir la atención que corresponde a nuestra pareja, y/o a nuestros hijos, y/o a nuestros padres y hermanos…Y aquí entra de lleno el ya mencionado equilibrio (presente en cada punto) y la necesidad de personalizar al extremo este análisis; porque resulta que un cliente de menos puede hacer la diferencia entre una provisión de recursos adecuada y una insuficiente. Y como suelo decir: que te conste, ello me consta. Complejo, ¿verdad? 
  • Que nos permita dedicar tiempo de calidad a la gestión de nuestra marca personal. Porque un cliente de más, al exigirnos un tiempo que no deberíamos tener disponible si hubiera un verdadero equilibrio en nuestra agenda y la forma en que la manejamos, puede afectar la percepción externa de nuestra calidad profesional, con el inevitable impacto negativo sobre nuestra marca personal (ver el primero de estos cinco puntos). Pero también puede limitar nuestras posibilidades de efectuar el amplio y diverso conjunto de actividades que nos permiten ser mejores profesionales (ver el punto 3); puede afectar esferas tan vitales como nuestra atención a la salud y la familia, todo lo cual es parte de nuestra marca personal (ver puntos 2 y 4), así como puede restringir nuestras posibilidades de ser más y mejor visibles, hacer mejor networking, y en resumen, posicionarnos como marcas personales del modo que debemos hacerlo en nuestro ámbito de actuación e impacto profesional

Como puedes ver, resulta IMPOSIBLE que alguien pueda generalizar con efectividad en este tema: es estricta e inevitablemente individual, como lo es la propia noción del éxito profesional (Estrada, 2021). Aquí no caben las «recetas» del tipo «haz lo que yo hice, del mismo modo que lo hice, y lograrás lo que yo logré» (Estrada, 2019). 

¿Cuánto es ese tiempo para ti, amigo lector, en función de tu situación personal y familiar, de tu nivel profesional, del sector en que trabajas, del mercado al que sirves, y del posicionamiento actual y deseado de tu marca personal? ¿Hasta dónde -y cómo- llenas o llenarás tu agenda como oferente de servicios profesionales? ¿Lo compartes conmigo y con nuestra comunidad profesional, por favor, para que todos sigamos aprendiendo de tus ideas y experiencias?

Un detalle final. Cuando terminaba la preparación de esta tercera parte de la serie, me di cuenta de que se me quedaba fuera un aspecto muy importante del tema. Porque he procurado proponerte la mayor cantidad posible de ideas sobre «hasta dónde» llenar nuestra agendapero ellas no abarcan necesariamente todo lo relacionado con el «cómo» llenarla, ni siquiera una parte significativa de ese asunto. Y ello es FUNDAMENTAL

Entonces, me comprometo contigo a escribir y publicar aquí más adelante una suerte de Apéndice de la serie (que por cierto, dentro de muy poco será un libro digital en descarga gratuita), en la que incluiré mi visión sobre ese cómo, y enlazaré diversas fuentes donde se puede ampliar y profundizar al respecto. O si tú lo prefieres, y tienes a mano la información necesaria para que la coescribamos, y/o cuentas con la experiencia propia –o conoces alguna ajena– que puede aportar insumos sobre ello, pues contáctame en Twitter o en LinkedIn, y nos pondremos de acuerdo al respecto. Eso sí: no te demores en avisarme si te interesa esta colaboración conmigo, porque en tres o cuatro semanas (segunda quincena de enero de 2022) comienzo a escribir ese texto, y ya será tarde. 

Gracias nuevamente por ser, por estar, por acompañarme hoy y siempre, amigo lector. Recibe, para ti y tu familia, mis mejores deseos para este cierre del difícil 2021 que hemos vivido, y para un feliz inicio de 2022; y por supuesto, ¡mi acostumbrado y cálido brand/abrazo, desde mi Caribe que amo!

Tu siempre amigo,

Vladimir

Photo by Jess Bailey on Unsplash

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