Lecciones de Marcel Duchamp sobre personal branding, por @doctorbrandorg

Marcel Duchamp fue uno de los padres del dadaísmo y un artista clave para el desarrollo, la contextualización y la comprensión de las propuestas artísticas del siglo xx y del arte más reciente, las propuestas que se engloban dentro de la etiqueta «arte contemporáneo». A principios del siglo xx desarrolló sus conocidos readymades, en los que un objeto cotidiano seleccionado por el artista adquiría, en colaboración con la nueva mirada del espectador, el estatus de obra artística.

Con Rueda de bicicleta o Secador de botellas, la escultura de pedestal y la obra artística fruto de la inspiración y de la manufactura del artista-genio se tambaleaban y se ponían en cuestión, pasando los objetos no artísticos a ocupar la parte más sagrada de la obra artística tradicional.

En 1917, a modo de culminación de este proceso de desacralización de la obra de arte, Duchamp presentó su Fuente en el Salón de los Independientes de Nueva York. Se trataba de un urinario convencional que fue retirado a causa del escándalo provocado por un objeto que no fue concebido como una escultura por el jurado. Además, la obra no fue firmada por Duchamp, sino bajo el pseudónimo de Robert Mutt, con lo que la autoría de la obra original por parte de un artista se ponía también en cuestión.

Me gustaría destacar una obra anterior de Duchamp, quizá menos conocida pero muy significativa, ya que es precursora de los planteamientos artísticos que defendería su autor en períodos posteriores. Me refiero al Desnudo bajando una escalera. En ella se representa un cuerpo en movimiento gracias a la multiplicación de planos y puntos de vista, en sintonía con las formas de representación cubistas. Lo significativo de esta obra es que el fruto de ese movimiento hace que el cuerpo prácticamente desaparezca. Podríamos decir que el cuadro refleja el movimiento desprovisto ya de cuerpo como una huella del cuerpo que fue.

En resumen, Duchamp nos enseña que la obra artística es una consecuencia de una idea, de un concepto que, al ser compartido con el espectador, permite poner en juego objetos, contextos, situaciones y circunstancias —impensables hasta ese momento—, a la hora de evaluar y calificar la obra de arte como tal.

Como aportación particular al personal branding, me quedo con esa huella resultante de la representación del movimiento, que podríamos equiparar con la huella que dejamos en la cabeza de los demás aunque ya no estemos presentes y nos hayamos convertido en una ausencia memorable, como en el Desnudo bajando una escalera.

En la fotografía de cabecera, de izquierda  a derecha: Rueda de bicicleta, Secador de Botellas, Fuente

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