No necesitas innovar para tener una marca personal relevante

 

En las últimas semanas he tenido unas cuantas conversaciones en las que la marca personal ha tenido un papel protagonista y he podido observar como aún existen muchas ideas equivocadas al respecto.

Gran parte de esta confusión viene originada por los casos de éxito que se suelen presentar como ejemplo. Muchos de los más utilizados son los de personas como Steve Jobs o Richard Branson, cuyos logros profesionales tienen mucho que ver con la innovación.

Por ello, no son pocos los que llegan a pensar que para tener una marca personal relevante hay que inventar algo, tener una personalidad pintoresca o cambiar el mundo.

Sin embargo, no tiene porque ser así.

Gary Oldman
Gary Oldman

En mi anterior post en soymimarca, escrito hace unos meses, comentaba la impresión que me había producido un joven participante de un concurso de talentos en televisión. Su nombre es Raúl Gómez y, finalmente, ganó el concurso.

En ese artículo, venía a concluir que, en la mayoría de los casos, lo realmente necesario para que una marca personal sea relevante es la maestría con la que desempeña una especialidad concreta, por encima de lo acertado de su estrategia de visibilidad. De hecho, todos conocemos a auténticos referentes en cualquier disciplina que no tienen presencia en internet ni en redes sociales y a los que, sin embargo, no les falta el trabajo gracias al boca a boca.

Como pasa a menudo en los blogs, una de las partes más interesantes del post fue el comentario surgido a partir de él, donde un lector planteaba la teórica inviabilidad de una marca personal relevante si ésta no se basaba en una creación genuína.

Quizás esta idea, como decía antes, esté condicionada por la utilización generalizada de ejemplos de marca personal de emprendedores, innovadores o inventores. Sin embargo, hay colectivos que consiguen el reconocimiento de su marca personal a través de la interpretación de las obras de otros autores, como sería el caso de actores y músicos o, desde otro punto de vista, el de los abogados y jueces.

Si abrimos el foco y pensamos que aquello que cada uno de nosotros ha llegado a ser y, por tanto aquello que ha ayudado a definir nuestra marca personal, está influido por lo que hemos aprendido y lo que hemos vivido, podríamos pensar que somos intérpretes de miles de obras de terceros.

Pero lo que diferencia a una marca personal relevante es la capacidad para reinterpretar e imprimir su sello a esas obras conocidas y al conocimiento existente, transformándolas en algo nuevo y con más valor.

Seguro que hay muchos ejemplos y muy universales pero, desde el primer momento en que pensé escribir este segundo post, quería poner como ejemplo a Gary Oldman. Este gran actor, con una dilatada trayectoria, ha sido capaz de interpretar numerosos papeles imprimiéndoles su estilo sin dejar de hacerlos creíble, incluso en el caso de personajes históricos como Ludwig van Beethoven, Lee Harvey Oswald o Sid Vicious. De toda su carrera, no hay mejor muestra de cómo una gran maestría es vital para tener una marca personal relevante que su increíble papel de Drácula en la versión que dirigió Francis Ford Coppola en 1992, en la que consiguió apropiarse del personaje y hacer inolvidable un papel que había sido interpretado anteriormente por decenas de actores.

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