Oráculo, trampantojo y marca personal, por @doctorbrandorg

A los pies del monte Parnaso, en el interior del templo dedicado a Apolo, se encontraba el oráculo de Delfos, que llegó a ser el centro religioso del mundo helénico. La mitología nos cuenta que en este monte se reunían los dioses con las musas y las ninfas mientras Apolo tocaba la lira. En una cueva de estos parajes vivía la serpiente Pitón, a la que Apolo dio muerte para apoderarse de su sabiduría y pasar así a presidir el oráculo. De aquí proceden las pitonisas, que son las intérpretes de las respuestas del dios, de los oráculos.

La necesidad de respuestas, de poder adelantarse al futuro, de jugar con la ventaja de un escenario conocido y cómodo nos ha acompañado siempre, y está en el sustrato cultural de la búsqueda en el oráculo. No olvidemos que las consultas se hacían fundamentalmente antes de iniciar una empresa comercial, fundar una colonia o iniciar una guerra. En estos casos, mejor saber qué hacer por adelantado, ¿verdad? Y sin embargo, la lección fundamental del oráculo se impartía antes de realizar la consulta, a la entrada al templo, donde estaba la famosa inscripción “Conócete a ti mismo”. Ahí estaba la ansiada respuesta del oráculo. Las grandes respuestas se encuentran en nosotros mismos, nada pasa si no nos conocemos de manera auténtica. El viaje que parte de donde estamos y pretende llegar a donde queremos estar a través del como somos no tiene atajos y solo es posible a través del autoconocimiento. Todo pasa por reconocer la verdad de lo que uno es. Ya nos lo decían los dioses antes de entrar a «consulta».

El trampantojo es una técnica pictórica en la que, utilizando diversos trucos ópticos de perspectiva y jugando con el entorno arquitectónico, pretende que el espectador perciba una realidad que no es, más intensificada, o, directamente, sustituir la realidad. En este sentido, es muy célebre la disputa entre los pintores griegos Zeuxis y Parrasio. El segundo se consideró mejor que el primero después de que Zeuxis intentara descorrer una cortina pintada por Parrasio, mientras que Zeuxis sólo había conseguido engañar a unos pájaros con unas uvas pintadas. Así que cuidado con tomar por real lo que solo son apariencias, podría ser la conclusión y el aprendizaje de un trampantojo. Me quedo con la definición del diccionario de la RAE, que es mucho más aclaratoria, trampantojo es «trampa o ilusión con que se engaña a alguien haciéndole ver lo que no es».

En lo que atañe a la gestión de la marca personal, no caben engaños, trampas ni atajos. Uniendo el aprendizaje del oráculo con las indicaciones del trampantojo, concluyo con lo que nos recuerda Andrés Pérez Ortega: «¿Quién eres? La respuesta a esta pregunta es fundamental y requiere tiempo para reflexionar. Para definir tu identidad primero debes descubrir y luego aceptar de qué pasta estás hecho. Cuando lo consigues, lo que haces empieza a tener sentido y es más fácil diseñar tu proyecto personal. Recuerda que para que otros piensen en ti como quieres, antes debes hacerlo tú». Así que, ya sabes, observa y consulta sin engaños tu propio oráculo personal.

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