Si hay un personaje de ficción que todavía me hace sonreír con una mezcla de alegría y nostalgia es sin duda Guillermo Brown, uno de los hijos literarios de Richmal Crompton.
Tengo muy presentes en mi imaginario infantil los sábados al mediodía que con rutinaria puntualidad visitaba a mi abuela y su hermano. Antes de comer y mientras los mayores descansaban yo leía vorazmente los libros de Guillermo Brown en una de sus primeras ediciones publicadas antes de la guerra civil española. Me los había recomendado mi padre que los había leído en su niñez y a el le debo estos momentos de solaz, sonrisa y rebeldía que, estoy casi convencido, han configurado mi sentido británico del humor.
Que Richmal Crompton fuera una mujer hija de un pastor anglicano, Edward John Sewell Lamburn, y de la señora Clara, nacida Crompton de quien presuntamente tomó el nombre literario y naciera en 1890 me importa relativamente poco. Que iniciara sus estudios en la St Elphin’s School para hijas de clérigos anglicanos y luego se fuera al Royal Holloway College a realizar estudios clásicos de latín y griego y posteriormente enseñara en St. Elphin’s y en la Bromley High School y que publicara más de veinte títulos distintos a los de la saga de Guillermo Brown y falleciera en 1969 también me deja indiferente. Para mi Crompton será siempre la creadora de Guillermo.
Quizás su militancia como sufragista le hizo ser una buena conocedora de la Inglaterra post victoriana que se refleja en todos y cada uno de los libros del pequeño Brown y le inculcó a este último un alto espíritu de inconformismo y rebeldía.
Guillermo y su pandilla Enrique, Pelirrojo, Douglas, el perro Jumble y Juanita, los Proscritos, vivían en un estado de casi vacaciones donde lo mas importante era plantar cara a la autoridad, al orden establecido y al sistema de valores de la clase media inglesa del primer cuarto del siglo pasado. Un mundo que ahora leeríamos como ingenuo en el que los insultos mas horribles y soeces eran “ recristo, rediez y caray” según la traducción al castellano y la manera de gastarse los ahorros era comprando pegajosas bolas de caramelo. Un mundo en el que a pesar de hacer pasar las de Caín al Sr. y la Sra. Brown y a los hermanos mayores Roberto y Ethel las cosas acababan siempre bien y las situaciones más disparatadas provocaban una carcajada o una sonrisa.
Richmall Crompton ha dejado en mi corazón la huella de Guillermo Brown y por esto puedo afirmar que tenía una marca personal potente. Si soy rebelde e iconoclasta es en alguna medida gracias a lo que aprendí del pequeño Guillermo y esto al final es un indicador de la potencia de su marca.
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Asesor de marca personal y socio de Soymimarca / Profesor Asociado en la Facultad de Comunicación Blanquerna (URL) y Director del Posgrado en Personal Branding en la Facultad de Comunicación Blanquerna (URL) / Economista (UAB). / PDD & MBA (IESE Business School & The University of Chicago). / Coach titulado (University of Texas, Dallas). Miembro de AECOP. / Miembro certificado de la International Coach Federation ( Associate Certified Coach). / 25 años CFO,CEO. Co fundador del Grupo Sintax Logistica.