Muchas empresas ya han experimentado que la última línea de la cuenta de resultados mejora directamente en función de la felicidad y satisfacción de sus colaboradores. Un estudio realizado por Gallup en una cadena de almacenes demostró que en las superficies en las que los empleados declaraban tener un nivel de satisfacción vital alto – léase felicidad – se generaba un aumento de beneficios de 21$ por metro cuadrado, que representaba un total de 32 millones de dólares para toda la cadena. Cómo para pensárselo, ¿no?.
Swan Achor nos cuenta en un artículo para la Harvard Business Review (Enero-Febrero 2012 nº 90) como poder desarrollar un mayor grado de felicidad en el trabajo y también en la vida a través de prácticas sencillas y al alcance de todos. De su trabajo como investigador ha llegado a la conclusión de que las personas con una actitud mental positiva mejoran en todos los aspectos, desde la productividad hasta el compromiso pasando por la creatividad y por supuesto los resultados. El lo llama la ventaja competitiva de la felicidad.
En tiempos revueltos como los actuales puede parecer que lo de ser feliz, o es genético o no lo es. Porque el horno no está para muchos bollos y las perspectivas en general son inciertas. Pues no señores, no hay ningún determinismo genético o ambiental que nos lleve a la felicidad, como todo en la vida se puede cultivar, si se quiere y además no es complicado.
Desarrollar nuevos hábitos: Simplificando, el cerebro es un músculo como cualquier otro y se puede ejercitar, entrenar, para conseguir mayores niveles de pensamiento positivo y de felicidad.
¿Cómo? Achor nos propone cinco ejercicios diarios:
– Anotar tres cosas por las que nos sintamos agradecidos.
– Mandar un mensaje positivo a alguna persona de nuestra red.
– Meditar en el trabajo dos minutos.
– Hacer 10 minutos de ejercicio.
– Tomarse unos minutos para escribir en un diario para escribir la experiencia más significativa de las últimas 24 horas.
Ayudar a los colegas: Así de fácil y sencillo. En vez de poner palos en las ruedas echar una mano. ¿Cuando? Pues por ejemplo cuando van pasados de vueltas por el exceso de trabajo o cuando surgen situaciones especiales que requieren de una mano amiga.
Cambiar nuestra relación con el estrés: En vez de pasarnos la vida pensando en los efectos negativos del estrés y en la manera de controlarlo, pasemos a la acción.
El estrés es una parte inevitable en el trabajo. Siempre hay cosas que nos estresan, que parece que no superan. En la vida hay dos tipos de situaciones: las están bajo nuestro ámbito de control y las que no lo están. Cuando nos sintamos superados por las circunstancias dibujemos dos círculos y en uno de ellos anotemos todas las cosas que podemos controlar y en el otro las que no. Llamaremos al primero círculo de influencia y al segundo círculo de preocupación, y así los definió Covey, el autor de Los Siete Hábitos de la Gente Altamente Efectiva. Vayamos luego al círculo de influencia a rematar uno por uno y uno tras otro cada uno de los asuntos y dejemos de lado los que están en el círculo de preocupación, porque hagamos lo que hagamos seguirán estando fuera de nuestro control. Seguro que nuestro nivel de estrés baja.
Y la felicidad es también un atributo de nuestra marca personal. Si se nos percibe como personas felices tendremos una influencia positiva sobre los demás y conseguiremos nuestro objetivo como marca: ser los elegidos.
Asesor de marca personal y socio de Soymimarca / Profesor Asociado en la Facultad de Comunicación Blanquerna (URL) y Director del Posgrado en Personal Branding en la Facultad de Comunicación Blanquerna (URL) / Economista (UAB). / PDD & MBA (IESE Business School & The University of Chicago). / Coach titulado (University of Texas, Dallas). Miembro de AECOP. / Miembro certificado de la International Coach Federation ( Associate Certified Coach). / 25 años CFO,CEO. Co fundador del Grupo Sintax Logistica.
Esto para uso personal esta muy bien pero, cuando tienes que animar a un grupo numeroso es algo más complejo si no tienes la ayuda de la empresa.
Saludos