Hace mil trescientos años unas tribus nórdicas de origen germánico atemorizaron a los habitantes europeos del norte y el oeste del continente europeo.
Sus despiadadas incursiones en busca de oro y esclavos nos han dejado una versión terrorífica de estos “hombres del norte”, minimizando su legado histórico en el comercio o la cultura. Y tras descubrir que nunca usaron casos con cuernos como nos han transmitido tantas leyendas, su marca ha quedado clara para la historia: mitología animista, culto a la guerra, barba en lo físico, hacha en lo instrumental y una mezcla de valor y ferocidad en la actitud (y el consumo desmesurado de cerveza).
Coincidiendo con el declive de su reinado de terror, producido principalmente por la expansión del cristianismo, un nuevo modelo de guerrero valeroso toma relevancia en Europa, los Caballeros Templarios. Fueron fundados a principios del siglo XI por nuevo caballeros y se encomendaron a la protección de los peregrinos a Tierra Santa. Su fe, altruismo y valor pronto los convirtieron en una de las mayores estructuras de carácter religioso-militar de la época. Fueron también creadores de los principios modernos de la banca con una compleja estructura financiera. El aumento de su poder generó la desconfianza de Felipe IV de Francia (deudor de la orden) quien presionó al Papa Clemente para su persecución. Aunque luego se probó que eran falsas las acusaciones, acabaron en la hoguera. Para la memoria colectiva nos han transmitido su marca: fe inquebrantable en el cristianismo, la cruz de Pate roja sobre su capa blanca y su larga espada, altruismo, sacrificio y valor hasta la muerte.
Desde su desaparición hasta hoy, pasando por los movimientos fascistas y bolcheviques de principios del siglo XX, pocas descripciones tan potentes que relacionan creencias, estética y conciencia colectiva podemos destacar. Para el bien de todos el mundo ha cambiado mucho.
La democracia ha creado una nueva marca social, heredera de la acción y la supremacía. En un nuevo mundo donde se impone el diálogo frente al conflicto guerrero, y donde existe una alianza de civilizaciones (¿?) una nueva forma se erige en heredera de los hachas vikingas, de los escudos templarios, de las rojas banderas bolcheviques, o de los negros uniformes fascistas; el político.
El político no se si pasará a la historia porque ahora mismo es quien la escribe y la controla, pero poco cambiará: traje oscuro, corbata seria, buen coche y grandes bolsillos. Dialogante que hace de sus enemigos sus amigos, y que cada cuatro años se distingue por el color que adopta su campaña, variando entre el rojo y el azul.
Pero llegó el siglo XXI, y aparece una nueva marca social; el ciudadano, tú. Tú eres una marca, independiente y con conciencia propia. Que se rebela contra las decisiones que afectan a su destino, que toma las riendas de su propia vida, que no forma parte de ningún colectivo en el que su opinión no sea tenida en cuenta.
Que es independiente, que tiene valores propios, los afirma y los comparte.
Bienvenido, estamos haciendo historia.
Pablo Adán Micó. Consultor de marketing y estrategia personal. Docente y conferenciante de Habilidades Directivas y Sociales, Marca Personal y Liderazgo para empresas, centros de formación, universidades y escuelas de negocio. Autor de «Cómo ser una Persona Influyente», «El Reto, estrategia personal para tiempos de incertidumbre» y «SOS tengo un jefe tóxico», entre otros.