Que la crisis que vivimos no es solo económica no es novedad. Que falta un norte que guíe colectivamente la sociedad tampoco y que los valores que antaño movilizaron a los están en hibernación es más bien una evidencia.
Desigualdad, paro, soledad y falta de oportunidades forman parte del día a día y mientras unos pocos concentran cada vez más riquezas el número de personas con niveles bajos de renta aumenta de manera imparable. Sería de suponer que frente a esta situación llegara un mensaje de cambio, esperanza y denuncia por parte de la clase política que a fin de cuentas tiene vocación de representar a los ciudadanos pero lo que se proyecta es desazón, división, falta de perspectiva y corrupción.
Sin ir más lejos hace muy pocos días Carmen Martínez Ayuso, octogenaria y vecina de Vallecas, fue desahuciada y obligada a salir del piso en el que había vivido durante más de cinco décadas por haber avalado a su hijo en un préstamo que no pudo devolver. Una víctima más de los fondos buitres y en este caso de la usura de un particular. Un caso más pero no el último. Jorge Bergoglio, Papa Francisco I para los católicos, habló de esperanza, desigualdad, dignidad y valores en el Parlamento Europeo. Y cantó las cuarenta de manera cortés, con guante blanco pero sin tapujos a nuestros representantes recordando que los valores fundacionales del proyecto europeo están haciendo aguas. La persona como titular de derechos, de dignidad y de transcendencia, la diversidad como fuente de riqueza colectiva, la defensa de las víctimas de desigualdades, el compromiso en preservar un medio ambiente del que nadie es propietario pero si usuario, estos principios que en su momento hicieron de Europa un proyecto alentador se ven ensombrecidos por la soledad creciente de las personas, la falta de trabajo que dispara directamente a la línea de flotación de la y sitúa a miles de ciudadanos en el umbral de la pobreza, los intentos de uniformizar a la ciudadanía y la falta de sensibilidad y acción frente a los inmigrantes que convierten el Mediterráneo en un gran cementerio. De esto habló Francisco I, Jorge Bergoglio, y sus señorías se pusieron coloradas, incomodando a la audiencia a pesar de los aplausos.
Un mensaje de marca personal fuerte y directo. El Papa se dirigió no sólo a los parlamentarios si no que también lo hizo a su audiencia natural, las personas creyentes o no que buscan un cambio de signo porque la propuesta de valor por excelencia que ha puesto de manifiesto desde el momento de aceptar la responsabilidad del papado ha sido la apuesta por el cambio, por una nueva manera de hacer las cosas y de estar en el mundo.
El personaje puede gustar o no, la institución que representa puede levantar ampollas o generar fidelidades, esto depende de cada lector pero sin lugar a dudas el que fuera Arzobispo de Buenos Aires está consiguiendo que sus acciones y su coherencia personal le hagan conocido, reconocido y, el tiempo lo dirá, memorable y capaz de marcar su propia agenda en contra de los poderes fácticos que tanto mediatizaron a algunos de sus predecesores. Una marca personal que por su influencia puede contribuir a cambiar al mundo.
Continuaremos siguiéndola muy de cerca , seguiremos comentando.
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Asesor de marca personal y socio de Soymimarca / Profesor Asociado en la Facultad de Comunicación Blanquerna (URL) y Director del Posgrado en Personal Branding en la Facultad de Comunicación Blanquerna (URL) / Economista (UAB). / PDD & MBA (IESE Business School & The University of Chicago). / Coach titulado (University of Texas, Dallas). Miembro de AECOP. / Miembro certificado de la International Coach Federation ( Associate Certified Coach). / 25 años CFO,CEO. Co fundador del Grupo Sintax Logistica.