¿Hay ego bueno y ego malo?, por @guillemrecolons

A menudo defino la gestión de marca personal como el arte de invertir en uno mismo para crear valor hacia los demás. Algo de ego es bueno, pero nunca entendido como narcisismo sino como una mejora en la autoestima y un equilibrio del “buenismo” que a veces nos puede hacer pensar más en el bien ajeno que en el propio.

Hay formas de cultivar el “ego bueno” que no pasan por ser egoísta sino todo lo contrario, pasan por ser generoso. Existen multitud de perfiles fuera y dentro de la Red que basan su estrategia de comunicación y networking en anunciar contenidos y promociones propias, en pedir a los demás que difundan sus contenidos. Buscan la máxima exposición de su yo, pero no en base a la calidad natural de sus aportaciones sino en su insistencia, cercana a la pesadez. Lo mejor de estos perfiles es que jamás devuelven el favor a quien les apoya, lo que a la larga revierte en que pierden a sus prescriptores por cansancio.

El ego bueno es el de quien asiste a presentaciones, tertulias, conferencias ajenas, aprende cosas y luego las difunde atribuyendo al autor original el mérito. El ego bueno es de quien comparte en Internet contenidos de los demás, no sólo por hacerles un favor, sino porque su calidad los convertirá en unos referentes también a ellos, los distribuidores. Se puede ser un distribuidor de buenos contenidos sin la necesidad de crearlos y ganando a la vez reconocimiento profesional. Hay muchos ejemplos, pero me parece especialmente relevante el del especialista en liderazgo Manuel Gross, que gestiona el blog pensamiento imaginactivo y que día tras día selecciona los mejores contenidos en blogs especializados en liderazgo, desarrollo personal, management e innovación. El ego bueno no da resultados a corto plazo, pero sí a medio, y además se sostienen con el tiempo.

4 claves para practicar “ego” positivo

1. Una vez conozcamos nuestro territorio de competencia (territorio de marca), busquemos a los principales referentes del sector. No nos fiemos únicamente de Internet, de los índices de influencia Klout…, investiguemos en el ámbito académico y editorial.

2. El paso siguiente es seguirles de cerca, asistir a sus charlas, a sus webinars, suscribirse a su blog, a las alertas de Google con su nombre, leer sus libros. Entender qué les hace ser mejores y analizar sus propuestas de valor

3. Compartir, difundir sus contenidos de más valor dentro y fuera de la Red, siempre sin olvidarse de mencionar el autor, recomendar, prescribir. No olvidar, en redes como Twitter o Instagram, incorporar los hashtags (etiquetas) que identifican el tema del que estamos hablando.

4. Mantener coherencia y tener paciencia. El resultado, en forma de reconocimiento profesional, llegará lentamente pero permanecerá.

Para más información os invito a leer el artículo ¿Hay ego bueno? publicado pocos días por Tino Fernández en Expansión con opiniones contrastadas de profesionales como Plácido Fajardo de Leaders Trust, Alberto Bocchieri de Pedersen & Partners, José María Gasalla de Deusto Business School, Andrés Pérez Ortega y un servidor.

Foto: Google+ Creative Commons Pankuri Singh

4 comentarios en «¿Hay ego bueno y ego malo?, por @guillemrecolons»

  1. Me ha encantado el artículo porque nos ayuda a tomar conciencia de que el ego no tiene por qué tener, de un modo necesario, una connotación negativa. Como bien dices existen acciones motivadas por el ego bueno y merece la pena ponerlas en práctica.

    Muchas gracias por la información y feliz fin de semana.

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