Me estoy volviendo intransigente. Puede ser cosa de la edad o quizás sea un ataque de lucidez pero de todos modos mi intransigencia va cada día en aumento. Cada vez soporto menos la mediocridad de la identidad sin contenido de valor, la presencia narcisista en el mundo de las redes sociales y el hacer ruido para hacerse notar.

Nuestra marca personal y también nuestra identidad cobra sentido cuando es conocida y reconocida por los demás, cuando logra fijarse en la mente y en el corazón de los que nos rodean y así y sólo así se convierte en memorable y nos convierte en la opción preferente.
La marca personal no está en función de si misma, si no hay alteridad no hay marca porque no existe la posibilidad de dejar huella. Nuestra marca existe porque los demás existen y este es un principio que no debemos olvidar en ningún caso.
Estamos al servicio de los demás y lo manifestamos explicando nuestra propuesta de valor, aquello que podemos hacer para ayudar a los que nos rodean a ser mejores y a tener una existencia de calidad. Sin propuesta de valor no hay nada que comunicar, no hay mensaje y sólo se genera ruido.
El hablar por hablar, la presencia en las redes sociales con la única finalidad de simplemente estar convierte la marca personal en un repositorio de mediocridad que la hace, seguramente, visible pero también inútil. Para ser tenidos en cuenta es imprescindible que expliquemos claramente qué somos capaces de aportar y de que manera estamos dispuestos a colaborar para que nuestros interlocutores puedan alcanzar sus objetivos y puedan materializar su visión y su misión.
Pensar en nuestro público objetivo, en las personas a las que nos dirigimos y en cómo nuestra propuesta de valor, nuestras habilidades, nuestras competencias y nuestros talentos pueden ponerse a su servicio es el primer paso para evitar la generación de ruido. Y esto no significa que debamos renunciar a lo que somos ni traicionar nuestros principios y mucho menos rebajar el contenido de nuestra misión y nuestra visión, claro que no, pero si sólo nos miramos el ombligo embelesados en nuestra ficticia integridad sin tener la voluntad de adaptarnos, estamos simplemente muertos.
Una marca personal que se emboba mirándose en el espejo y que no tiene la sensibilidad de impregnarse de las necesidades de los demás, una marca personal que no rezuma humanidad y voluntad de servicio deja de ser marca. Que no se nos olvide.
Asesor de marca personal y socio de Soymimarca / Profesor Asociado en la Facultad de Comunicación Blanquerna (URL) y Director del Posgrado en Personal Branding en la Facultad de Comunicación Blanquerna (URL) / Economista (UAB). / PDD & MBA (IESE Business School & The University of Chicago). / Coach titulado (University of Texas, Dallas). Miembro de AECOP. / Miembro certificado de la International Coach Federation ( Associate Certified Coach). / 25 años CFO,CEO. Co fundador del Grupo Sintax Logistica.
Uau!!!
Interesante y valiente artículo!
Y De acuerdo con lo q escribes.
Espero q esta misma semana salga al aire la web q he creado. Uno de los conflictos iniciales era precisamente este. Lo importante para mí en el momento de hacer la web era poder transmitir a mis clientes y amigos, lo que puedo dar, ofrecer desde mi experiencia, conocimientos y madurez. Hacer una web, no Nominativa, sino enfocada también a la cooperación y a compartir.
Efectivamente lo que haces, si está bien hecho, te devuelve imagen y marca, pero trascender a ella en cada momento y saber q lo q haces y para quien lo haces, aquí y ahora, es para mí lo importante.
Un abrazo y gracias por esta magnífica y saludable reflexión.
E