Reproducción parcial del artículo publicado en Puro Marketing el 30 de Marzo del 2015 bajo el título «La tercera dimensión de la marca personal».
La evolución del personal branding, entendido en su dimensión holística (autoconocimiento, estrategia y visibilidad) transcurre en paralelo a la evolución social del hombre y a la de los modelos de conducta de los últimos veinte años.
Las tres dimensiones del personal branding en estos años se definirían como funcional, diferencial y espiritual, y lo cierto es que son complementarias.
Funcionalidad
En las primeras fases del personal branding la pregunta que nos hacíamos era ¿qué hago, qué se hacer?. Era una etapa funcional regida por las competencias aprendidas, las conocidas como «hard skills».
Lo importante en esta etapa funcional se centraba en el concepto de utilidad, de rendimiento físico, pero también en la especialización. Si un médico se especializaba en, por ejemplo, oncología, tenía más posibilidades de reconocimiento que sus iguales sin especialización. De esta época destaca la aparición de los postgrados y la necesidad de dominar idiomas para afrontar no la globalización pero sí la implantación laboral de las grandes multinacionales.
Las marcas comerciales no eran ajenas a este fenómeno, con promesas muy centradas en lo funcional: lava más blanco (Procter & Gamble, Ariel), o alimenta como un bistec (Danone, Petit Suisse). También pertenece a esta época la idea del reflejo aspiracional, de acercarse al modelo perfecto, buscando referencias a estilo de vida y pertenencia a una tribu. Ejemplos de marcas comerciales serían dos competidoras, Coca Cola con La chispa de la vida y Pepsi con The choice of the new generation. En el primer caso vemos una dimensión social y en el de Pepsi aparece con fuerza la idea de pertenencia a un colectivo modélico.
El currículum era el eje central de información profesional sobre una persona, y el branding venía de la mano de recomendaciones externas realizadas bien por escrito o bien por el «boca-oreja», uno de los sistemas más efectivos y aún vigentes en la actualidad. Dentro del currículo, la formación «hard» y la experiencia eran los factores de mayor valoración, y las competencias transversales más personales, aquellas relacionadas con las habilidades comunicativas, sólo eran relevantes en una entrevista cara a cara con un reclutador.
La dimensión pública de la marca personal era escasa, y las búsquedas de información sobre un profesional pasaban obligatoriamente por estos medios citados: currículum, recomendaciones y entrevista. Esta fase funcional ha sido asociada a menudo con el apelativo 1.0.
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Consultor, formador y conferenciante sobre personal branding.
Socio fundador y Personal Brander en Soymimarca.
Convencido de que todo deja marca, ayudo a humanizar empresas y ayudo a profesionales a proyectar su marca para lograr sus objetivos.
Además de Soymimarca, soy socio en Integra Personal Branding México, y Director de Branding en Omnia Branding.
Profesor en ISDI, en el EMBA de IESE. Publicitario colegiado, master en Mkt y estudiante de grado de Humanidades (UOC).
Mi ADN está formado por experiencias en Tiempo/BBDO, J.W.T., Bassat Ogilvy, Saatchi & Saatchi, Altraforma y TVLowCost entre otras.
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