Hoy, por enésima vez, acabas de cruzarte con tu vecino en el ascensor. Ya sabes, ese vecino con el que nunca hablas. Él es un tipo reservado, más bien podrías decir que es una persona tímida, introvertida. Siempre con atuendo muy correcto: traje y corbata, lustrosos zapatos y una chaqueta negra, mate. Lleva unas gafas muy anchas, que le ocupan un buen trozo alrededor de los ojos. Sus gafas… ¡sin duda distinguidas! Siempre las lleva un poco caídas (la verdad, es que parece que pesen) y cuando te saluda, de manera siempre correctísima, automáticamente las vuelve a colocar en su posición correcta, ayudándose del dedo índice de la mano izquierda.
La mano derecha siempre la tiene ocupada sosteniendo una bolsa en la que, por lo general, lleva algunos papeles desordenados. Como siempre, usa un lenguaje exquisito (quizás demasiado para una conversación de ascensor, piensas para ti mismo).
Sales del ascensor y te despides. Pero hoy, algo te ha despertado la curiosidad en él. “¿A qué se debe dedicar?” Sigues tu vida.
Al cabo de unas horas, cenando con tu pareja, sacas el tema y empezáis a imaginar la profesión de este señor. Después de un ratito de especulaciones y algunas carcajadas provocadas por lo absurdo de algunas posibilidades, llegáis a la conclusión de que probablemente sea bibliotecario.
¿Por qué, con los pocos datos disponibles, esta conclusión?
Nuestro cerebro es el culpable
Nuestro cerebro es el culpable. Está diseñado para usar el mínimo de recursos posibles para la resolución de una tarea. Además, no tolera la frustración, y no permitirá dejar esta tarea a medias sin llegar a una conclusión.
Por ello, usa atajos mentales o heurística. En este caso, ha usado el recurso denominado heurística representativa (o juzgar por similitud). Sería algo así como: “cuanto más semejante es un individuo a los miembros típicos de un grupo determinado, más probable es que pertenezca a este grupo”.
Entonces… ¿Cómo profesionales y dependiendo de nuestra imagen, estamos condenados a que nuestros clientes nos vean como parte de un grupo profesional, con todos sus estereotipos incluidos? No necesariamente.
Quizás tú seas el “tipo del ascensor” para alguien y si, esto puede ser bueno para que te identifiquen rápidamente con tu sector profesional. Pero puede ser nefasto para que los demás reconozcan en ti la propuesta de valor diferencial como individuo.
Tu estrategia de marca personal debe recoger un importante objetivo: saber comunicar tu propuesta de valor añadido sobre el resto de profesionales de tu sector. Debes explicar nítidamente cuáles son aquellos atributos que te hacen diferente, insubstituible y probablemente único.
Consultor, formador y conferenciante independiente especializado en personal branding, comunicación digital humana y marketing on-line. Licenciado en Psicología (UB). Acumula más de 6 años de experiencia desarrollando, implementado y potenciando estrategias de marca personal para clientes de varios sectores profesionales, así como la realización de formaciones y conferencias sobre marca personal, marketing digital y psicología tanto en empresas como en entidades públicas.