Que mi nombre no se borre de la historia

Hace unos días, el 5 de agosto, se cumplió el aniversario del fusilamiento de trece mujeres jóvenes, la mayor tenía 29 años y nueve eran menores de edad, conocidas como las Trece Rosas. Era el año 1939.

personalbranding_13-rosasLas Trece Rosas fueron Carmen Barrero Aguado, Martina Barroso García, Blanca Brisac Vázquez, Pilar Bueno Ibáñez, Julia Conesa Conesa, Adelina García Casillas, Elena Gil Olaya, Virtudes González García, Ana López Gallego, Joaquina López Laffite, Dionisia Manzanero Salas, Victoria Muñoz García y Luisa Rodríguez de la Fuente.  Las causas de su fusilamiento fueron el pertenecer a las Juventudes Socialistas Unificadas, estar relacionadas con alguno de sus miembros o pertenecer al Partido Comunista y en el juicio se las acusó también de adhesión a la rebelión.

Días antes del juicio, el 27 de julio, se había producido en Talavera de la Reina el asesinato de un militar, Isaac Gabaldón, responsable del Archivo de Masonería y Comunismo, su hija y su chofer por parte de tres militantes de las Juventudes Socialistas Unificadas. Se juzgó a los  tres autores materiales y a cincuenta y cuatro detenidos la mayoría de los cuales con anterioridad a los hechos. Se dictaron cincuenta y seis penas de muerte. Fue una venganza.

Eran tiempos convulsos en una España desangrada por una guerra civil y una dictadura con sed de venganza. Un país roto en el que se habían permutado los papeles y los que habían luchado contra la rebelión militar eran acusados de rebeldía y en el que la guerra había dejado huellas de atrocidades en todos los bandos. El bando vencedor se tomó la justicia por su cuenta, ay de los vencidos.

Cuentan que se enfrentaron a la muerte en la tapia del cementerio de la Almudena con valentía y que una de ellas, Ana López Gallego, que no murió tras la primera descarga grito al pelotón de ejecución : “ ¿es que a mi no me matan?

Cuando alguien muere se lleva tras de si su universo particular, lo que ha sido y lo que hubiera podido ser, queda su legado: la huella que deja en el corazón de los demás, su marca personal.

Hay instantes de marca personal que explican toda una vida y le dan, perdonad por mis torpes palabras, sentido. Las Trece Rosas tuvieron este instante y es importante que no se borre de la memoria colectiva para que su muerte no haya sido en balde y para que nunca se repitan ni muertes como las suyas ni las circunstancias que las permitieron.

«Madre, madrecita, me voy a reunir con mi hermana y papá al otro mundo, pero ten presente que muero por persona honrada. Adiós, madre querida, adiós para siempre. Tu hija que ya jamás te podrá besar ni abrazar. No me lloréis. Que mi nombre no se borre de la historia». Estas fueron las palabras que escribió Julia Conesa Conesa a su familia. Su huella sigue presente en todos nosotros.

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