Todo tiene un principio que por regla general no es fácil. Lo que es ahora habitual en su momento fue raro, extravagante y muchas veces simplemente ilegal.
Que una mujer se pueda pasear por la playa, por la ciudad o por donde le plazca vestida a su guisa no siempre ha sido posible y ha necesitado que alguien diera el primer paso para convertir lo inusual en simplemente normal.
Tal es el caso de Annette Kellerman, una nadadora australiana nacida en Sídney en 1886. De madre francesa, fue víctima de la polio por lo que su médico le recomendó nadar; se tomo la prescripción tan en serio que llegó a ser campeona de natación, intentó cruzar el canal de la mancha a nado, tentativa que tuvo que abandonar tras estar más de diez horas en aguas gélidas, y se le atribuye la creación de la natación sincronizada.
Pero lo que hoy quiero destacar es su atrevimiento en lucir el primer bañador ajustado en público, proeza por la que fue arrestada en 1907. Cuentan las crónicas que en aquellas épocas el cuerpo femenino debía estar cubierto y la prenda que Anette osó enfundarse le cubría prácticamente los hombros y se deslizaba hasta casi las rodillas. La ley sólo permitía tener al descubierto hasta quince centímetros de muslo y para mantener esta norma en las playas había un medidor de bañadores, masculino por supuesto, que ejercía las funciones de velador de la moral pública de manera que nadie excediera la dichosa medida.
La osadía y testarudez de Annette luciendo el impúdico atuendo tuvo nefastas consecuencias al ser denunciada por otra mujer a la policía que en aplicación de la ley vigente la arrestó. Pero la hazaña tuvo su primera recompensa, ya que poco tiempo después los bañadores de una solo pieza eran conocidos como los “Annette Kellerman”.
De todos modos el medidor de bañadores no fue suprimido hasta entrados los años 20 del siglo pasado.
El hecho en sí puede parecer banal pero infelizmente está de rigurosa actualidad. El derecho de cualquier mujer de mostrar su cuerpo donde y cuando le plazca sigue perseguido por algunas culturas y religiones que aplican penas dolorosas a sus infractoras, mientras que el cuerpo masculino no está sujeto a ninguna restricción.
No me gusta entrar en polémica en temas de costumbres y de credo, pero por lo menos merece una reflexión. La libertad que gozamos en nuestro entorno inmediato aunque sea evidentemente mejorable es fruto de la lucha y el sacrificio de generaciones anteriores que no podemos tirar por la borda esgrimiendo el argumento de la tolerancia. Quien obligue a otro igual a vestirse o actuar de cualquier manera que sea distinta a su voluntad no puede ni debe ser tolerado y admitido en nuestra sociedad.
Annette Kellerman dejó su marca personal impresa en los anales de nuestra cultura occidental, y es bueno recordarla para que no sea digerida por la historia, sobre todo cuando es contada, todavía, desde una mirada del otro género. Por cierto, también fue la primera mujer en aparecer desnuda en una película y la llamaron la mujer perfecta por su similitud con la Venus de Milo.
Y quizás la gesta de Annete pueda parecer superflua cuando persisten todavía diferencias de trato, de salario y de estatus en nuestro país y en nuestras empresas, pero fue un primer paso hacia esta igualdad de trato que acabará sin duda desembocando en un mundo mejor.
Asesor de marca personal y socio de Soymimarca / Profesor Asociado en la Facultad de Comunicación Blanquerna (URL) y Director del Posgrado en Personal Branding en la Facultad de Comunicación Blanquerna (URL) / Economista (UAB). / PDD & MBA (IESE Business School & The University of Chicago). / Coach titulado (University of Texas, Dallas). Miembro de AECOP. / Miembro certificado de la International Coach Federation ( Associate Certified Coach). / 25 años CFO,CEO. Co fundador del Grupo Sintax Logistica.