Apostar por el caballo ganador

 

Cuando en la vida pintan bastos y las cosas no funcionan como se espera, recurrir a las obviedades puede ser una buena solución. Si queremos mejorar la pronunciación de un idioma buscamos un profesor nativo, si necesitamos una casa nueva buscaremos un arquitecto y para la instalación eléctrica posiblemente a un electricista y no a un fontanero, es así… ¿No? ¿A quién tiene que acudir una empresa grande, mediana, pequeña, del IBEX 35 o no, para transmitir un mensaje fiable y creíble que la refuerce en estos momentos de crisis?

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El consejero delegado de Bassat Ogilvy explicaba en un artículo aparecido en El País firmado por Carmen Sánchez-Silva hace unos días que “ hay un problema  general de reputación y credibilidad en España. Esta crisis no ha dejado títere con cabeza y nos hemos quedado sin referencias. Las empresas quieren hacerse creíbles. Y si antes fueron sus directivos y ejecutivos reputados los que verificaban en los anuncios publicitarios la calidad del producto con su nombre, en este momento de crisis, cuando los directivos carecen de credibilidad, no hay mejor canal que los trabajadores, el colectivo que genera más confianza”

El personal, pues, se puede convertir en un amplificador del mensaje de la empresa.

Ya sea transmitiendo información, opiniones, perspectivas, argumentos en contra o notas humorosas, la voz humana es abierta, natural, sincera. En 1999 el Manifiesto Cluetrain nos ponía en aviso  de cuales eran los cambios necesarios para que las organizaciones se adaptaran a los cambios que se estaban produciendo en el mercado.

Para que el mensaje sea creíble debe de estar soportado por un relato potente.

¿Y quien mejor que los propios empleados para elaborar, alimentar y difundir el relato de la empresa? A fin de cuentas los mejores embajadores de la empresa son los que día a día están lubricando la maquinaria para que no deje de funcionar y la conocen mejor que nadie; todos desde el Consejero Delegado hasta el último recién llegado.

Crear el relato de la empresa requiere implicarse hasta el tuétano, poner imaginación  y actuar de manera creativa, significa estar vivo.

En los momentos que corren apostar por la vida en las organizaciones es apostar por el caballo ganador porque de la situación actual o salimos todos reforzados o no sale nadie. Implicación e imaginación se acaban traduciendo por mayor independencia y responsabilidad y transforma la cadena de mando en cadena de colaboración, en un equipo en el que no se habla de problemas sino de lo que hay que hacer para avanzar.

Convertir a los empleados en embajadores de la marca es apostar por ellos, por su marca personal, y por la confianza del mercado.

 

 

1 comentario en «Apostar por el caballo ganador»

  1. Hola Jordi, estoy de acuedo con tus reflexiones.

    El modelo que creo tiene más futuro actualmente y al que pronto se verá como referente es Social Business, algunos ya le llaman la Empresa 3.0, y precisamente uno de los puntos clave es el tener equipos de colaboradores con una marca personal potente que sea la que enganche a los clientes, relaciones B2B hechas por personas.

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