¿Crees que hay marcas buenas y marcas malas?

Cada persona tiene la marca que se crea y cada cual tiene la marca que se merece. No hay marcas buenas y marcas malas, en todo caso hay marcas y no marcas.

Hoy hemos tenido una conversación de ascensor con Guillem e Ignasi, socios de soymimarca, acerca de algunas afirmaciones que son de uso común en foros populares y profesionales acerca de la bondad o maldad de las marcas.  Coincidíamos en que se da una curiosa traslación de nuestras percepciones y de nuestra escala de valores cuando calificamos las marcas de otras personas de modo que si el individuo en cuestión actúa de acuerdo con nuestros valores o preferencias otorgamos a su marca un marchamo de bondad y por el contrario la tildamos simplemente de mala.

Cuan simples llegamos a ser en nuestras afirmaciones!  Caer en las trampas es sumamente fácil. Las marcas son simplemente marcas y lo de buenas y malas depende de las gafas de cada cual. Lo bueno de una marca es que existe y que proporciona notoriedad a su detentor y transmite un mensaje a la audiencia a la que va dirigida y esto sucede siempre y bajo cualquier supuesto. En caso contrario simplemente no existe y se acabó la discusión porque ojos que no ven corazón que no siente.

Detrás de cada marca se esconde una manera de ver el mundo y una voluntad de ser, estar y hacer, una visión y una misión, que se concreta en maneras genuinas de actuar basadas en criterios y parámetros particulares que acostumbramos a llamar valores. Y esto sucede siempre.

Hay personas cuya marca nos despierta admiración o curiosidad o respeto y otras que nos suscitan indignación o repulsión o simplemente nos hacen enrojecer de vergüenza ajena.

Pocas marcas nos dejan indiferentes y la mayoría de las que en nuestras conversaciones de ascensor las llamamos malas son el producto de un trabajo consciente, duro y por supuesto nada ingenuo para conseguir notoriedad a cualquier precio.  Que perduren en el tiempo o no es harina de otro costal y generalmente la historia se encarga de encumbrar o relegar al olvido a quien corresponde.

A partir de ahora cuando veamos una marca seamos conscientes de que nada sucede por azar y que detrás del personaje más histriónico, raro, malvado o recompuesto cincuenta veces por la cirugía estética hay un trabajo de marca labrado con sudor y codicia. Y que si a pesar de los valores que  transmite logra tener notoriedad es por que como marca ha triunfado. No nos llevemos a engaño.

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