Las redes sociales se han convertido en un importante canal de comunicación de gran influencia en la opinión pública a través del que interactuar e intercambiar información y ser un medio de posicionamiento y desarrollo de negocio. Con éstas se ha generado una descentralización y democratización de la comunicación y de las relaciones entre los ciudadanos, las empresas y los poderes públicos.

Por tanto, debemos ser conscientes de su fuerte impacto y gestionar bien su uso, respetando líneas rojas infranqueables que no son sino regidas por el sentido común.
Así, son muchas las empresas que están diseñando su estrategia digital y aplicando Protocolos de Uso o Códigos Éticos que sirven de guía en cuanto al contenido y dinámica. Y no se trata de “poner puertas al campo” sino de velar por la confidencialidad, credibilidad, buena imagen profesional y la confianza necesarias para alcanzar la mejora continua. Trabajes por cuenta propia o ajena, hay ciertas premisas no debes pasar por alto:
1. No hay barrera entre lo personal y lo profesional
Vivimos en la era digital de 360º, sin compartimentos estancos entre lo personal o profesional, por lo que de nada sirve poner en los perfiles advertencias tipo “mis opiniones son estrictamente personales”. Debe haber equilibrio entre ambas esferas, que en realidad hoy se entienden sólo una. Todos somos abogados, médicos, periodistas, publicistas, etc, 24 horas al día, y esa coherencia y AUTENTICIDAD debe estar presente siempre. Lo mismo ocurre cuando hablamos de marca personal y marca corporativa, siempre alineadas. En esta línea, por ejemplo, debemos:
- Cumplir en todo momento con el deber de confidencialidad que nos vincule con nuestros clientes y profesión.
- Obviar comentarios, información o fotografías que pudieran dañar la reputación del profesional y/o de la empresa o crear un mal clima interno.
- Evitar opiniones que pudieran se un claro antagonismo a los valores y estrategia de la organización a la que estemos vinculados.
Famosos y múltiples son los casos de despidos y amonestaciones por provocar una mala reputación online.
Y esta premisa no es sólo aplicación online sino también offline: COHERENCIA.
2. Contenido con sentido común y en cumplimiento de la normativa vigente
Tenemos que configurar adecuadamente el nivel de PRIVACIDAD de la cuenta, compartir contenido de VALOR y creativo, con un lenguaje adecuado y desde el respeto, obviando comentarios estrictamente personales que pudieran perjudicar la relación con tu target (más amplio de lo que inicialmente puedas pensar) como, por ejemplo, opinar radicalmente sobre religión, política, sexo y fútbol (temas muy apasionados y de gran implicación emocional que nos pueden ocasionar problemas y/o enemistades).
Y siempre lenguaje positivo evitando imposibilidad o negación absoluta. Por ejemplo, en un perfil de atención al cliente nada tienen que ver los matices del mensaje “haremos lo posible” versus “no podemos hacer nada”. Cuestión de ACTITUD.
Hay que calibrar los derechos fundamentales que puedan verse afectados (derecho a la intimidad, al honor, etc), sin realizar actividades que pudieran contravenir la Ley de Protección de Datos de Carácter Personal o cualquier otra normativa legal vigente.
Cumplir estas pautas no es coaccionar la libertad de expresión, como en muchas ocasiones nos han transmitido erróneamente los clientes. Tampoco se trata de aparentar lo que no es o de homogeneizarse perdiendo naturalidad en la comunicación, pues la autenticidad es el único camino posible para una marca personal consistente.
Se trata de aportar POSITIVISMO, ser CONSTRUCTIVOS y diferenciarnos con contenido de calidad, sobresalir de forma ingeniosa pero siempre dentro de unos límites de tolerancia, RESPETO y legalidad.
Las redes sociales no son un escenario de distancias cortas, por mucho que nos transmitan cercanía y confianza. No bajéis la guardia en términos emocionales y os convirtáis en un troll publicando mensajes provocadores, descalificativos o fuera de lo permitido. Por respeto a los demás y, sobre todo, a vosotros mismos.
Las redes cumplen la función de hacer un mundo más abierto y conectado que provoca un efecto multiplicador y permite dar voz a quien antes no la tenía. Hagamos buen uso de ellas aprovechando la OPORTUNIDAD en lugar de tener que gestionar una crisis de comunicación.
¿Diplomacia virtual? Sencillamente: SENTIDO COMÚN.
Consultora & Speaker en Marketing Jurídico y Marca Personal en entornos de alta competición
Socia de morethanlaw.es y Fundadora de VivircorRiendo