La humildad se suele definir como la cualidad personal de actuar de acuerdo con las propias cualidades y limitaciones sin vanagloriarse por ello. Etimológicamente viene del latín humilitas y guarda relación con la palabra humus, tierra. A mi todo ello me sugiere que la humildad es la capacidad de estar presente en el mundo, de actuar, teniendo los pies en el suelo. Llegados a este punto y como estamos en un blog en el que hablamos diariamente de personal branding puede ser legítimo preguntarse qué diantre tiene esto que ver con la marca personal y tendrá toda la razón del mundo en planteárselo.
Desde mi punto de vista la humildad y la marca personal andan cogidas de la mano en una relación de equilibrio inestable como la mayor parte de las cosas importantes de la vida. Si el objetivo de la marca propia es ser la opción relevante, ser el elegido, el de la humildad es el de no vanagloriarse por ello. Así, a simple vista, la cosa puede sonarnos a contradictoria pero ¿lo es en realidad? ¿pueden ambas vivir separadas?
Cuando gestionamos nuestra marca tomamos consciencia de nuestros puntos fuertes, de nuestras habilidades y talentos, de nuestros logros y de nuestros sueños y nos apoyamos en ellos para lograr dejar nuestra huella en el corazón de los demás, son nuestras palancas. Y es así porque si basamos nuestro trabajo en cómo superar las limitaciones nos perdemos lo mejor de la película y nos arriesgamos a no conseguir nada. La humildad nos ayuda a ser lo suficientemente objetivos para no perdernos en el mar del optimismo y acabar estando fuera de la realidad.
La humildad es lo contario de la soberbia, pecado capital número uno de la marca personal, que aparece cuando proyectamos a través de nuestra marca personal que somos superiores a los demás, menospreciándoles y siendo incapaces de reconocer sus talentos.
Con humildad la marca personal se pone al servicio de los demás y se orienta hacia el bien común en una relación de ganar-ganar, escucha las necesidades de su público objetivo y las incorpora a sus objetivos propios estando por ello activamente presente en su entorno y teniendo una mayor perspectiva de cualquier situación. Y todo ello facilita que se convierta en la elegida de manera continuada en el tiempo. Así de fácil y de complicado.
¿Qué pasaría si nuestros políticos incorporaran la humildad a su marca personal? Os invito a que hagáis volar vuestra imaginación y a compartir las respuestas.
Asesor de marca personal y socio de Soymimarca / Profesor Asociado en la Facultad de Comunicación Blanquerna (URL) y Director del Posgrado en Personal Branding en la Facultad de Comunicación Blanquerna (URL) / Economista (UAB). / PDD & MBA (IESE Business School & The University of Chicago). / Coach titulado (University of Texas, Dallas). Miembro de AECOP. / Miembro certificado de la International Coach Federation ( Associate Certified Coach). / 25 años CFO,CEO. Co fundador del Grupo Sintax Logistica.
Gran Post. Muy rico. Me refiero al contenido. Mucho más de lo que puede parecer por su título y extensión. Enhorabuena.
Oscar, lo bueno si breve dos veces bueno. Me alegra que te haya gustado. Gracias por leerlo y por el comentario
Me gusta, sobre todo la parte referida a los políticos, todo el contenido de éste post debería ser asignatura de obligado cumplimiento tanto universitaria mente o de otro de formación, como base de honestidad profesional. Un saludo y gracias por algo tan enriquecedor.
Gracias José Luis por tu comentario y por tus halagos. La humildad y la honestidad son asignaturas que de momento solo enseña la vida y el ejemplo de personas con marca propia.
Es muy curioso darse cuenta que la humildad nos llega mejor con la edad, y no porque envejecer nos debilite, más bien es por haber vivido. Cuando más sabemos de todo es cuando menor arrogantes somos, tanto tiempo aquí nos enseña bien.
En mi caso a los veintitantos en mi primera empresa seria me llamaban «el nazi», no es que fuera con una fusta y botas militares, fustigando y pisando el cuello de todo el mundo, es que debía ser insoportable, pues estaba convencido de que el éxito era merito exclusivamente mío, A mi socio le llamábamos «el cardi» por su «tranquilidad, paciencia y amabilidad natural”, a los otros dos socios no les llamábamos nada, (al menos nada que esté dispuesto a decir aquí), ni esteban ni se les esperaba. Pero fue una buena empresa, con momentos muy felices y una experiencia que no cambiaría por ninguna otra conocida.
Después la vida me llevo por muchos y variados caminos, con la fortuna de conocer mucha gente y aprender muchas cosas. Una de ellas es autoestima para reconocerme y hacer valer mis méritos, pero siempre desde una perspectiva humilde, que no débil. La fuerza de la humildad es el control de la realidad de nosotros mismos, nuestras «armas» no «se nos van por la boca», no somos hostiles ante nadie, ni están visibles más allá de lo que queramos en cada ocasión.
Mantenemos un control de cualquier situación, porque nos controlamos a nosotros mismos, y nos presentamos ante los demás transmitiendo la seguridad de lo que realmente somos.
Por eso, mi respuesta a la pregunta de si vale la pena ser humilde es, sí claro que sí, si estas invirtiendo en ti, se humilde, serás mucho más humano, serás mucho más fuerte y llegaras mucho más lejos.
Saludos cordiales para todos.
mariano.fernandez@b4gs.es
Mariano gracias por tu sinceridad y por el buen ejercicio de storytelling que nos ofreces.
Indudablemente, desde mi punto de vista, deben estar tanto las cualidades como los defectos, ¿Alguien carece de alguno de ellos? ¿quien creería a nadie que diga ser perfecto?. Lo importante en el ambito laboral, no es ocultar los defectos, sino saberlos manejar y verlos desde la perspectiva adecuada, el mismo defecto en diferentes contextos alcanza distinta dimensión, incluso un defecto puede ser una cualidad según para qué, por tanto en el contexto laboral habría que mantener la premisa de la sinceridad, pero sabiendo «reformular de forma positiva».
Gracias por tu comentario Jordi, nos ayuda a reflexionar.
Mercedes, a esto se le llama hacer de la necesidad virtud o en lenguaje más llano darle la vuelta a la tortilla.
Y estoy totalmente en sintonía con lo que argumentas, convertir experiencias que de entrada pueden parecer negativas en palancas para impulsarnos,sin fingir ni mentir, es de importancia capital. Para ello se requiere una dosis elevada de autoconocimiento que es el pilar básico de la gestión de la marca personal.
Gracias por tu comentario y por leernos.
Es curioso como en realidad toda esa humildad que se predica y que la gente quiere, en realidad puede ser solamente humildad fingida, pues su objetivo es destacar por encima del resto.
El problema es que este mundo no está hecho para humildes: si quieres vender, hasde posicionarte, si quieres salir el primero en google, necesitas una marca personal potente, y si quieres ser recomendado, has de tener amigos. Hay que ser humilde pero tampoco esconderse.
Creo que a veces la humildad es una estrategia de marca, más que una cualidad; y otras veces es simplemente miedo al éxito
Hola Natan, ser humilde no está, ni mucho menos, reñido con querer destacar sobre los demás y ser humilde no significa seer invisible. La humildad representa el destacar y el ser visible pero con los pies en el suelo, siendo conscientes de lo que somos, siendo honestos y respetando por encima de todo a los demás. A veces la humildad es una estratagema, más que estrategia, de marca y otras veces es miedo al éxito pero solo a veces. En otras, que son la mayoría, es una cualidad reforzada por una auténtica estrategia de marca.
Gracias por leernos y por tus comentarios.
Sin humildad no hay reconocimiento del error y no se puede cambiar. El orgullo, por el contrario, te lleva a magnificar los aciertos propios. Es mejor ser humilde. Gran post.
Muy buen artículo, gracias por el aporte, me ha servido mucho.