Pensamos demasiado y sentimos muy poco
La frase corresponde al discurso final de «El gran dictador», película que no me cansaré de ver, una obra maestra del cine dirigida, producida, escrita y protagonizada por el gran Charles Chaplin y estrenada en Nueva York en plena 2ª guerra mundial, en 1940.
El discurso de Chaplin, antagonista de los discursos de Hitler, tendría hoy un 100% de vigencia como defensa de las libertades.
Quizás os preguntéis qué tiene este discurso que ver con la marca personal. No mucho, pero hoy es domingo y toca relajarse. Os dejo el vídeo y también el texto íntegro del discurso. Disfrutadlo.
Guillem Recolons / Personal Brand Strategist / soymimarca
«Lo siento, pero yo no quiero ser emperador. Ese no es mi oficio, no quiero gobernar ni conquistar a nadie, sino ayudar a todos si fuera posible. Judíos y gentiles blancos o negros.
Tenemos que ayudarnos los unos a los otros; los seres humanos somos así. Queremos hacer felices a los demás, no hacernos desgraciados. No queremos odiar ni despreciar a nadie. En este mundo hay sitio para todos, la buena tierra es rica y puede alimentar a todos los seres.
El camino de la vida puede ser libre y hermoso, pero lo hemos perdido. La codicia ha envenenado las almas, ha levantado barreras de odio, nos ha empujado hacia las miserias y las matanzas. Hemos progresado muy deprisa, pero nos hemos encarcelado a nosotros.
El maquinismo, que crea abundancia, nos deja en la necesidad. Nuestro conocimiento nos ha hecho cínicos. Nuestra inteligencia, duros y secos. Pensamos demasiado, sentimos muy poco. Más que máquinas necesitamos humanidad.
Más que inteligencia, tener bondad y dulzura. Sin estas cualidades la vida será violenta, se perderá todo. Los aviones y la radio nos hacen sentirnos más cercanos. La verdadera naturaleza de estos inventos exige bondad humana, exige la hermandad universal que nos una a todos nosotros. Ahora mismo, mi voz llega a millones de seres en todo el mundo, a millones de hombres desesperados, mujeres y niños, víctimas de un sistema que hace torturar a los hombres y encarcelar a gentes inocentes.
A los que puedan oírme, les digo: no desesperéis. La desdicha que padecemos no es más que la pasajera codicia y la amargura de hombres que temen seguir el camino del progreso humano. El odio de los hombres pasará y caerán los dictadores, y el poder que se le quitó al pueblo se le reintegrará al pueblo, y, así, mientras el Hombre exista, la libertad no perecerá. Soldados, no os rindáis a eso que en realidad os desprecian, os esclavizan, reglamentan vuestras vidas y os dicen qué tenéis que hacer, qué decir y qué sentir.
Os barren el cerebro, os ceban, os tratan como a ganado y como a carne de cañón. No os entreguéis a estos individuos inhumanos, hombres máquina, con cerebros y corazones de máquina. Vosotros no sois máquinas, no sois ganado, sois Hombres. Lleváis el amor de la Humanidad en vuestros corazones, no el odio.
Sólo los que no aman odian, los que no aman y los inhumanos. Soldados, no luchéis por la esclavitud, sino por la libertad. En el capítulo 17 de San Lucas se lee: «El Reino de Dios no está en un hombre, ni en un grupo de hombres, sino en todos los hombres…» En Vosotros, vosotros el pueblo tenéis el poder.
El poder de crear máquinas, el poder de crear felicidad, vosotros el pueblo tenéis el poder de hacer esta vida libre y hermosa de convertirla en una maravillosa aventura. En nombre de la democracia, utilicemos ese poder actuando todos unidos. Luchemos por un mundo nuevo, digno y noble que garantice a los hombres trabajo, y de a la juventud un futuro y a la vejez seguridad.
Con la promesa de esas cosas, las fieras alcanzaron al poder. Pero mintieron; no han cumplido sus promesas ni nunca las cumplirán. Los dictadores son libres sólo ellos, pero esclavizan al pueblo. Luchemos ahora para hacer nosotros realidad lo prometido.
Todos a luchar para liberar al mundo. Para derribar barreras nacionales, para eliminar la ambición, el odio y la intolerancia. Luchemos por el mundo de la razón. Un mundo donde la ciencia, donde el progreso, nos conduzca a todos a la felicidad. Soldados, en nombre de la democracia, debemos unirnos todos.»
Consultor, formador y conferenciante sobre personal branding.
Socio fundador y Personal Brander en Soymimarca.
Convencido de que todo deja marca, ayudo a humanizar empresas y ayudo a profesionales a proyectar su marca para lograr sus objetivos.
Además de Soymimarca, soy socio en Integra Personal Branding México, y Director de Branding en Omnia Branding.
Profesor en ISDI, en el EMBA de IESE. Publicitario colegiado, master en Mkt y estudiante de grado de Humanidades (UOC).
Mi ADN está formado por experiencias en Tiempo/BBDO, J.W.T., Bassat Ogilvy, Saatchi & Saatchi, Altraforma y TVLowCost entre otras.
guillemrecolons.com
¡Vaya dosis dominical! Buenísima elección, y reflexión. Es cierto que sigue estando vigente y eso, sinceramente, asusta. Setenta años son muchos y el mundo ha cambiado poco, al menos en lo esencial.
El día pasado 4 pude leer en La Vanguardia la columna de Oriol Pi de Cabanyes. Era su particular Carta a los Reyes Magos. En ella, además de otras cosas que tenían que ver con lo esencial para el progreso, el desarrollo y la humanización de cualquier sociedad, es decir, la cultura y la educación, pedía poder llegar a ver y vivir un nuevo renacimiento. Estas son algunas de sus palabras, que tienen que ver de alguna forma con el discurso final de El Gran Dictador…
«No quisiera morir, os lo confieso, sin vislumbrar un nuevo Renacimiento. Quiero decir una etapa de la humanidad orientada hacia el conocimiento y el desarrollo armónico de todas las facultades humanas, tanto físicas como espirituales.
…
Me gustaría ver una etapa de la historia de la humanidad en la que la técnica estuviera al servicio de los mejores ideales.
…
Queridos Reyes Magos, vosotros que tenéis el poder de hacer cosas deslumbrantes, os pido que la cultura nos humanice de forma integral. Y que entre todos demos alas a un humanismo que haga a esta sociedad mejor por más culta.»
Por supuesto copié y pegué su carta sobre la mía, y la deposité en el buzón de Sus Majestades. También pido un mundo lleno de millones de Charles Chaplin, o de millones de Charlie Rivel (que según la leyenda ganó un concurso de imitadores en el que participaba el propio Chaplin). ¿Os imagináis un mundo mejor?
No había leído la columna de Pi de Cabanyes, pero me parece inspiradora. La idea de un Renacimiento cultural puede parecer utópica, pero los grandes cambios han venido precedidos por grandes sueños.
Gracias por escribir Raquel.